domingo, 26 de marzo de 2017

Gestionar las emociones sin reprimir ni ser un volcán en constante ebullición

Esta última entrada de hoy también está directamente relacionada con la conferencia de ayer, pues cuando se habla de inteligencia emocional, no podemos olvidarnos de alto tan importante como desarrollar nuestras habilidades intrapersonales. Hay gente que opina, conozco compañeros docentes que opinan así, que se debe de empezar por los demás y luego ya, dedicarse a uno mismo. Pero yo siempre he sido de la opinión de, "si no empezamos por nosotros mismos, difícilmente podremos ayudar y dedicarnos a los demás". 

Con lo cual, lo primero que quiero dejar claro en esta entrada es que parto de mi opinión personal al respecto, pues para mí el camino es ése, empezar por uno mismo. En la conferencia de ayer, se habló de que dentro de las habilidades intrapersonales, estaban el autoconocimiento, la identificación y expresión de emociones, la automotivación de la que ya he hablado en mi primera entrada del día y por supuesto, la GESTIÓN EMOCIONAL, una asignatura pendiente de evaluación continua a lo largo de toda nuestra vida. 

Todas las personas deberíamos de practicar la introspección, pero en el caso de personas de altas capacidades, creo que el esfuerzo y empeño que se debe de poner es incluso mayor, porque muchos niños lo que sienten es incomprensión del mundo que les rodea, necesidad de sentirse aceptados, sentimiento de no encajar e incluso piensan que su mundo interior es algo malo, pues muchas veces reciben rechazo, críticas y la no aprobación de su forma de percibir y sentir el mundo. 

Por si aún hubiera dudas al respecto, la superdotación no es una patología, por lo tanto, no lleva vinculada ningún trastorno mental. Tal y como exponía ayer Maite Garnica, simplemente es una característica de la persona que conlleva un desajuste entre desarrollo intelectual y emocional, gran intensidad emocional y alta sensitividad (gran desarrollo sensorial). Por lo tanto, puede conllevar dificultades específicas:

- gran vulnerabilidad e hipersensibilidad emocional
- baja tolerancia a la frustración
- tendencia a generarse preocupaciones internas
- creación de miedos / fobias de origen real
- falta de control ante injusticias. 

En nuestra sociedad, muchas veces no se entienden las reacciones de estos niños ante ciertas situaciones, se escuchan cosas del tipo: "Eres demasiado sensible", "no es para tanto", "es que le consientes y por eso se frustra", "es que le hablas como a un adulto y por eso se preocupa de cosas de adultos, y no de niños", "tener miedo es de cobardes", "la vida es así, hay que aceptarlo", etc. 

La ignorancia, entendida en su acepción literal como falta de conocimiento en un tema concreto, muchas veces lleva a reaccionar de forma hostil, reprochadora, burlesca, sancionadora... a las reacciones de estos niños, tan intensos emocionalmente. El sentirse incomprendidos y tratados injustamente por su forma de sentir tampoco ayuda, y aunque es cierto que son ellos los que tienen que amoldarse al mundo, por otro lado, no deberían de dejar de ser ellos mismos, de perder su esencia, solo porque el mundo, la vida, la humanidad es lo que es.

Por suerte, si bien no es como una aspirina, que te la tomas y desaparece el dolor de cabeza, las personas tenemos la capacidad de gestionar nuestras emociones, para encontrar nuevamente el EQUILIBRIO, entre la desinhibición y la cohibición.

Esto significa que aunque la capacidad cognitiva es algo con lo que venimos cargados de serie, la inteligencia emocional es aprendida, y por lo tanto, susceptible a ser modificada y educada. Ahí es donde, en el caso de nuestros hijos, somos nosotros, sus padres, los que nos convertimos en sus coachers de referencia por excelencia. 

Como he dicho antes, no se trata de que repriman sus emociones sino de que las mismas fluyan, pero con unos límites, moderando, para encontrar ese equilibrio tan famoso del que no he parado de hablar en todo el día. Si por ejemplo nuestros hijos crean miedos lo que hay que enseñarles es a enfrentarse a esos miedos, para que los miedos no se apoderen de ellos. Si donde se encuentra su desajuste es en la falta de control ante las injusticias, lo que tienen que desarrollar son herramientas adecuadas que les permitan dar respuestas proporcionales y adaptativas a la situación en cuestión. Es decir, ni desatendemos ni les animamos a que lo lleven al extremo, pues somos seres sociales y como tales debemos de aprender a adaptarnos sin convertirnos en mártires de la sociedad. 

Todo esto se resume muy bien en un cuadro que se proyectó ayer sobre la gestión emocional  dirigida hacia el pensamiento: 




Ante una determinada situación nuestro organismo reacciona, pero rápidamente se produce el pensamiento, y es en ese punto donde podemos aprender a pararnos a tiempo. La experiencia es nuestra gran aliada, pues nutre nuestra memoria, con lo que podemos anticiparnos a la acción, sabiendo cómo hemos reaccionado anteriormente y qué hemos desencadenado con nuestra conducta o acción, para amoldarnos y ajustar nuestras respuestas de forma adecuada. 

No es tarea fácil, y si ya los adultos tenemos dificultades para gestionar nuestras emociones, para los niños obviamente no iba a ser un camino de rosas. Paciencia, perseverancia y mucha comprensión y dosis de calma, nos ayudarán a lidiar con ello. Lo importante es creer en que podemos cambiarlo, en que podemos aprender. De nada sirven actitudes -que no aptitudes- derrotistas, pues ese es el camino fácil, conformarse que uno es como es y que no va a cambiar. Quien algo quiere, algo le cuesta, y con algo tan complejo como el mundo de las emociones, no iba a ser menos. Pero merece la pena.

Yo no necesito mejorar mi empatía



Esta frase se la he escuchado a mucha gente. Sobre todo cuando pretenden justificar una conducta no asertiva, atribuyendo sus errores a causas ajenas a uno mismo. Pero desde luego que no es muy acertada. Todos podemos mejorar siempre. Y ser muy empático no significa ser sobreempático. La clave, como la mayoría de las veces, está en el equilibrio. Fácil no es, pero merece la pena. 

Voy a intentar resumir algunos conceptos que se definieron ayer al respecto. Empecemos por la empatía, ese algo que procuramos inculcar a nuestros hijos. Teniendo en cuenta que es la capacidad para ponerse en el lugar del otro, tiene dos componentes: un componente cognitivo, más racional, y que nos ayuda a comprender la mente del otro, y un compomente emocional, que nos facilita sentirnos cerca de las emociones de los demás, pero no solo sobre lo que piensan los demás, sino también sobre lo que sienten. 

Además, la empatía tiene diferentes usos, con lo cual, podemos usarla o no, valga la redundancia. El primer uso y más conocido es el que le damos cuando utilizamos la empatía para detectar el estado de ánimo o las emociones de otra persona. Este uso suele ser descrito con frecuencia cuando hablamos de personas de alta capacidad. 

Pero hay un uso más complejo que es el de usar la empatía para actuar, o lo que es lo mismo, pararme a pensar en cómo mi conducta puede afectar positiva o negativamente en los demás. En los niños y no tan niños de alta capacidad es frecuente escuchar eso de tiene cero empatía, o tiene rasgos TEA por la falta de empatía, pero esto no es cierto. No es que no tengan empatía, es que no la usan. Seguramente con los ejemplos que cito a continuación más de uno puede verse reflejado a sí mismo o a sus hijos:

- Corrigen constantemente a los demás (vocabulario, errores del lenguaje, etc.)

- Necesitan decir la verdad siempre, aunque no la quieran oír, sea una verdad inoportuna, etc.

- Interrumpen constantemente en las conversaciones ajenas. Y a priori puede parecer que necesiten mejorar la paciencia, pero esto al parecer es algo más complejo, que solo trabajar la paciencia. A veces, simplemente intuyen las respuestas de los demás, con lo que se adelantan, dan su opinión aunque no se la pidan, con lo que podríamos decir que lo que necesitan mejorar es la ESCUCHA ACTIVA.

- Como también suelen  cuestionarlo todo, al adulto o a la autoridad en general, necesitan una explicación lógica para absolutamente todo, pues también deben mejorar este aspecto, porque aunque uno lleve razón, hay cosas que simplemente son de una forma y punto, y si no aprenden a moderarse, pueden hacer daño a los demás, ofenderles, y en definitiva, conlleva problemas. 

- El que muchas veces sean tan exigentes consigo mismos hace que también lo sean con los demás, por lo que deben de aprender a ser más tolerantes con las equivocaciones de los demás. 

Todos estos ejemplos son indicadores de que debemos mejorar la empatía. ¡Hagámoslo! ¡Nosotros ya hemos empezado!

Y como decía al principio de la entrada, en el equilibrio está la clave. Si somos sobreempáticos, es decir, no solo nos ponemos en el lugar de la otra persona, sino que además padecemos los sentimientos ajenos, esto muy saludable no puede ser, con lo que hay que aprender a moderarse para no convertir la empatía en una conducta desadaptativa, que nos haga daño a nosotros mismos o a los demás. 

Algo muy ligado a la empatía es la asertividad, esa capacidad para poder expresar mi opinión sin ofender a nadie pero sin callarme. La clave, nuevamente, no está en explotar o reprimir, sino en encontrar el equilibrio. Y éste aparece cuando soy capaz de decir lo que pienso de modo tal que no hiera los sentimientos de los demás. Pero ojo, yo puedo ser una persona asertiva y aún así, la persona que tengo delante puede sentirse ofendida, atacada o herida. Pero no porque yo no haya sabido hacerlo bien, sino porque quizá me haya topado con una persona agresiva, a quien digas lo que le digas, se lo digas como se lo digas, siempre encontrará una pega para contraatacar. Hay cosas inevitables. Así es el mundo de las personas.

Lo que está claro es que todos podemos ser más empáticos, más asertivos, y mejorar estas habilidades sociales, ya que no solo nos ayudarán a mejorar nuestras relaciones interpersonales, sino que además nos ayudarán a sentirnos más seguros de nosotros mismos, más satisfechos con nosotros mismos, y eso creo que es algo muy positivo. Si como padres trabajamos estos aspectos, ayudaremos a nuestros hijos a mejorar también, pues somos su principal modelo y referencia.

Esfuerzo vs Motivación


Mi entrada de hoy está directamente relacionada con la conferencia a la que asistí ayer sobre la importancia de la inteligencia emocional en la superdotación, con Maite Garnica como ponente. 

Fue muy interesante y aunque no es mi intención hacer un resumen de la ponencia, sí que me gustaría compartir con vosotros los puntos más destacables bajo mi punto de vista. 

La inteligencia emocional engloba tanto habilidades de tipo intrapersonal como habilidades interpersonales. De ambos, me gustaría destacar lo más importante. 

Dentro de las habilidades intrapersonales, yo destacaría la importancia de la automotivación. Hasta ahora, yo pensaba que para esforzarnos en algo, antes teníamos que estar motivados y que por ello nos esforzamos. Parece lógico, ¿verdad? Pues al parecer esto no es así. Parece que cuando algo nos interesa, ya nos motivamos y por ello lo hacemos con agrado y nos esforzamos. Pero no hay que confundir el interés inicial sobre algo con la motivación. Pues la motivación llega después del esfuerzo. Cuando nos esforzamos en algo, aparece la motivación que además lleva a la motivación interna, que es la más duradera. 

Para explicarlo un poco mejor, voy a poner un ejemplo, que además concuerda perfectamente con esta visión tan esclarecedora. Mi hijo quiere aprender a tocar el piano, y lo hemos intentado desde hace algún tiempo. Este enunciado viene a determinar el INTERÉS. Pero ciertamente no está motivado por tocar, ni por practicar. No se lo ha tomado en serio hasta ahora y no se ha ESFORZADO. Entonces, ¿resulta que no le interesaba realmente aprender a tocar el piano o es que no estaba motivado? Cuando hace unos meses empecé a enseñarle, tuvo que esforzarse, pero ni fue suficiente ni fue constante, con lo que la MOTIVACIÓN no apareció. Próximamente, y desde este nuevo punto de vista, volveremos a probar, sabiendo ya cómo encauzarlo. Ya os contaré.

Por otro lado, debemos saber cómo automotivarnos, ¿cierto? Muchas veces buscamos una motivación externa, para obtener algo (normalmente en forma de premios o recompensas), pero al final no resulta suficiente, pues esta motivación extrínseca tiene fecha de caducidad. Con lo cual debemos de aprender a automotivarnos de forma intrínseca, una motivación que nace desde dentro. Es muy complicado, porque si yo pongo el ejemplo de mi hijo, que tiene tanta desmotivación hacia el colegio porque se aburre, ¿cómo logro darle la vuelta a la tortilla? Hasta ahora yo le decía: "haz esto que no te gusta rápido y así luego puedes hacer lo que sí te gusta". Seguramente muchos de vosotros hacéis lo mismo, no solo con vuestros hijos sino con vosotros mismos, ¿me equivoco?

Pues al parecer, esto es un ERROR. Para lograr encontrar una motivación interna, y por lo tanto, más duradera, debemos de aprender a cambiar el chip. Y cambiar esa frase por algo así como: "Intenta hacer esto mejor o de una forma diferente". Yo ya he empezado a ponerlo en práctica, así que ya os iré comentando avances.

sábado, 25 de marzo de 2017

Tolerancia social hacia la sensibilidad


No sabía muy bien cómo enfocar ni tan siquiera el título de esta entrada, veremos qué sale de esto...

Cada niño, cada persona, es un mundo, sea o no sea AC, somos seres únicos e irrepetibles. Con tanta diversidad resulta incomprensible -al menos para mí-, que no se toleren, no se comprendan, ni se respeten, las diferentes formas de ser de una persona. La presión social, la educación familiar y cultural, lo que se espera de nosotros, hacia qué lado se dirige la mayoría...son los obstáculos que nos encontramos por el camino. 

La semana que viene acaba un taller de creatividad específico al que iba mi hijo. ¿Por qué específico? Por el tipo de alumnado y sobre todo por los dos profesionales que han llevado el taller. Hasta octubre no volvemos, pero tengo claro que repetimos. Lo que hemos sacado del mismo no es lo que haya podido aprender, que al final  es lo de menos, sino que ha sido un lugar donde ante todo, ha habido aceptación y normalización. Se ha trabajado mucho la parte emocional y social, respetando diferencias, dando a cada alumno lo que necesitaba. Y una vez te dan ese caramelo, ya solo quieres repetir del mismo. 

¿Pero por qué en ese taller se resuelven los conflictos asertivamente, por qué la dinámica es tan diferente al cole? Hay una cosa que me dijo uno de los psicólogos que lo imparten, con la cual estoy completamente de acuerdo. Cuando hay un conflicto, la actitud del docente/adulto es fundamental. Si el docente muestra nerviosismo, enfado o inseguridad a la hora de afrontar ese conflicto, al final se transmite a toda la clase. Si lo resuelve de forma tranquila, dando tiempo y espacio, respetando y aceptando a cada alumno como es, con límites, por supuesto, el alumno del conflicto aprende poco a poco a gestionar esas situaciones sin ser juzgado, sino como un aprendizaje más, y el resto de alumnos tampoco juzga, normaliza y acepta. Si esto se hiciera más en los coles, y en la sociedad en general, estaríamos promoviendo una tolerancia real. Y con tolerancia no me refiero a que se aprueben comportamientos y actitudes inadecuados, sino que se resuelvan de forma asertiva y tranquila, dando seguridad a todo el grupo. 

Es por eso, que ahora que estoy buscando una actividad motivadora para mi hijo para los próximos meses, me estoy encontrando con que no es tan fácil. Y podréis pensar, "no hay que presionar al niño y tenerlo ocupado todo el día". En su caso es que no está nada ocupado, a lo que se le suma que lleva dos meses sin ir al cole, con lo que sí que me interesa. Ni viviendo en la capital es tarea sencilla. Sobre todo si buscas algo específico sin que tengas que arruinarte por dar a tu hijo algo que necesita y que además sea un sitio donde acepten sus sensibilidades sin juzgarlas. Y podréis pensar de nuevo, "es que es él quien tiene que adaptarse al mundo, y no al revés". Y creedme que así es como pienso, pero no es lo que necesita ahora mismo. Por el momento necesita comprensión, necesita encajar en un grupo donde se le respete y se le comprenda sin ser juzgado, necesita subir esa autoestima, sentirse valorado y querido por ser quien es, no por ser como los demás quieren que sea, que para eso ya tiene el cole, y este año ha sido horrible. 

Y lo bueno es que empieza una época en la que dispondré de más tiempo para buscar y encontrar, para decidir, probar, concienciar, aceptar y que acepten. Será un nuevo camino largo, pero confío en las personas. Al final mi hijo encontrará la aceptación, él ya está poniendo de su parte para aceptar también. 

Pronto os contaré novedades, pues hoy vamos a una conferencia sobre la importancia de la inteligencia emocional en la superdotación, y seguro que sacamos cosas muy interesantes de ahí.





lunes, 13 de marzo de 2017

El aburrimiento en el cole, ¿tiene solución?


Los niños tienen que aprender a aburrirse... Es un comentario que oigo bastante a menudo. Y es cierto. Vivimos en la sociedad de la velocidad, donde no hay tiempo para descansar, vamos de un sitio a otro, llevamos a nuestros hijos de una actividad a otra, en cuanto ponen cara de no saber qué hacer les damos una solución, y todo ello evidentemente no ayuda a que aprendan a aburrirse.

Y todo depende del enfoque que se le dé al concepto de aburrimiento. Nosotros, podría decirse que vamos a contracorriente, porque ni llevamos ritmos frenéticos, ni me monto películas para entretener a mi hijo, pero ni ahora ni antes, ni nunca. He de reconocer que me ha ayudado el carácter de mi hijo y su espíritu explorador, que le hizo ser independiente desde que era bebé. Así que yo le dejaba. Para él, de hecho, la palabra aburrimiento es sinónimo de creatividad, pues en cuanto no sabe qué hacer, se da un par de vueltas y algo inventa. Si es que se entretiene con cualquier cosa. Y disfruta de ese estado de empezar a aburrirse, pues se deja llevar por su imaginación. Algunas veces incluso solo se tumba en la cama a pensar (no como castigo, no penséis mal, digo a pensar de verdad).

Pero supongo que el espíritu libre que es mi hijo también le trae algunos problemas, en el cole incluso muchos. Pues en el cole todo son normas, todo es obedecer y hacer las cosas de una única forma, sin salirse de lo estrictamente demandado por el libro o el profesor. A esto le añadimos que se aburre, entre monotonía y tripiticiones, y tenemos un cóctel Molotov, pues su forma de matar el aburrimiento cuando desconecta en clase es inventar. Los profesores le regañan, le castigan por negarse a trabajar, y él cada vez se pone más rojo de ira. 

Y hemos inventado todo tipo de estrategias para que, por un lado, cumpla con sus obligaciones en clase, y por el otro, recupere la motivación perdida. Pero no han funcionado. Ahora está en casa y claro, se acabó el problema, aunque solo en parte. En casa hace los deberes (al principio se seguía negando, y le sigue costando), y luego le dejo que investigue y amplíe para que aprenda a darse cuenta que en el colegio sí que aprende, porque de momento lo niega (¡Ay la aceptación, que duro es el proceso!).
Pero al menos va entendiendo que aunque lo básico lo tenga más que interiorizado, ese concepto básico le sirve de puente o de trampolín para aprender lo que aún desconoce.  Y poco a poco, la motivación aparece en forma de flashes

Pero habrá que prepararse para cuando vuelva al cole. En su caso, el plan es claro: sustituir repeticiones por algo que le suponga mayor reto o le haga profundizar sobre un tema. Y me diréis, pero eso lo puede hacer en casa, y yo os digo: creedme que lo hemos intentado, pero ni aún así. Necesita un mínimo de aliciente para soportar las 25 horas semanales de clase, y a ser posible, algo motivador al día como mínimo. Y pactar y pactar con él. Tiene que aceptar que el cole es así, y que deberá esforzarse por integrarse en el ritmo y exigencias de una clase, que es su obligación auqnue se aburra, como es la nuestra, como padres, el trabajar para tener dinero. El concepto lo tiene clarísimo, pero el duelo de la aceptación a veces tarda más en producirse. 

Con el cambio de cole, tengo claro que lo primero que quiero plantear a los profesores que van a estar con mi hijo, es la importancia de su motivación, pues ha sido la principal causante de todos los problemas este año. El profesor es nuestro mejor aliado, y a veces no saben por dónde tirar, pero si hay voluntad, nosotros también podemos darles ideas y pactar con ellos para que todos cumplan con sus derechos y obligaciones. 

Lamentablemente me veo incapaz de contestar el título de esta entrada, al menos de momento, pero espero que dentro de un año pueda escribir una entrada similar con la respuesta. Toca seguir remando y remando, pero estoy convencida de que llegaremos a buen puerto. Soy optimista. :)

martes, 7 de marzo de 2017

Homeschooling temporal por ansiedad y depresión

Hace semanas que no escribo, pues entre reuniones con el cole, con el orientador, con el psicólogo de mi hijo, con el inspector, con la pediatra, y con el homeschooling que llevamos practicando desde hace unas cuatro semanas tras haber conseguido una baja escolar transitoria, el tiempo que me sobra al cabo del día, lo voy acumulando a cuentagotas para coger fuerzas para el día siguiente. 

Pero al menos puedo decir que ahora voy relajada a trabajar, no tengo que estar pendiente de que me llamen del cole, y mi hijo está mejor, mucho mejor. Debo agradecer esta solución a unos familiares, que se pueden hacer cargo de él mientras por las mañanas.

Poco a poco vamos consiguiendo rebajar esa ansiedad y depresión, y desde hace un par de semanas ya es capaz de trabajar sin enfadarse ni frustrarse, ni negarse a ello. Ha dado pasos de gigante, pues hace un mes, estaba en una situación completamente diferente. Sigue teniendo problemas de concentración (algo que ha aparecido cuando empezó a estar mal), pero ya no se frustra tanto cuando se sienta delante de un tedioso libro del cole.

La situación actual es que la orientadora, que al menos ha tenido una reunión y contacto telefónico con el psicólogo de mi hijo, piensa que hay algo más, está convencida de que tiene algún trastorno, incluso sugirió Asperger el último día que lo llevé al cole. Así que hasta que no esté hecho el diagnóstico diferencial no va a seguir evaluando al niño de forma oficial sus AA.CC para darle por fin lo que necesita: una ADAPTACIÓN CURRICULAR. Ha dejado todo en manos del psicólogo de mi hijo, quien a falta de terminar el informe ya me ha repetido y re-confirmado que mi hijo no tiene nada, además de su condición de ACI. Veremos lo que sucede cuando reciban en el cole el informe, pues estará recalcado que lo primordial es acabar la evaluación y elaborar una adaptación. Mientras no esté eso, no creo que vuelva mi hijo al cole. Deseando estoy de que se abra el plazo de matriculación para el próximo curso, pues lo que sí tengo claro es que en septiembre no seguirá en el mismo centro, donde ya tiene la etiqueta de alumno con problemas, donde el ambiente está muy deterioridado, y donde mi hijo no se siente para nada a gusto, ni protegido, ni relajado, e incluso siente miedo cuando va.

En cuanto terminen de tramitar los papeles hasta irá un profesor durante 90 minutos diarios a casa. No es que lo necesite, pero lo exige Inspección. 

Lo que más estoy trabajando con él en casa actualmente es la aceptación. En ese aspecto hemos hecho grandes progresos, pues durante semanas se ha negado y negado, y no había forma de hacerle cambiar de parecer. No trabajaba, y como le presionaban para que lo hiciera, la situación acababa en enfrentamientos poco agradables con los profesores, de quien él decía solo estar defendiéndose. Sea exagerado o no por su parte (durante meses no ha parado de escuchar gritos en clase, sobre todo dirigidos a él), así es como él lo ha estado percibiendo. 

Por otro lado, también estamos trabajando la motivación por aprender, ésa que antes le sobraba y tenías que pararle los pies porque sino ni dormía ni comía, y que este curso había desaparecido por completo. Así que investigamos juntos, hacemos proyectos, buscamos curiosidades, y todo ello lo llevamos al papel (rechaza leer y escribir cosas del cole, pero así lo hace sin darse cuenta). Mi intención es ir exigiéndole poco a poco cada vez más, para que sea capaz de aguantar más de dos horas haciendo cosas del cole, pues el día que vuelva, tendrá que estar 5 horas sentado, otra vez. 

Tengo claro que mi hijo es un alumno desahuciado del sistema educativo, no encaja en él, pues su forma de aprender, su forma de ser, sus motivaciones, sus sueños, sus aspiraciones, su ritmo de aprendizaje... no se adaptan a lo que el sistema educativo exige de él. De ahí la importancia de la aceptación. No obstante, debido a su sensibilidad, y a su carácter -y aunque lo estemos trabajando, y luchemos por mejorar-, esa adaptación al sistema educativo la veo difícil -y no quiero decir imposible-, ojalá me equivoque. Y confío en que el año que viene, si damos con el centro adecuado, la situación mejorará, pero para ello, es muy importante no solo que le adapten académicamente, sino que le acepten y entiendan y sepan tratar su altísima sensibilidad. 

De momento, y para concluir, puedo decir que en este periodo de transición por fin vemos algo de luz, tengo que dar las gracias a las personas -conocidos, familiares, amigos, y por supuesto, al psicólogo de mi hijo-, que nos están ayudando y apoyando para salir de esta situación.