domingo, 26 de marzo de 2017

Yo no necesito mejorar mi empatía



Esta frase se la he escuchado a mucha gente. Sobre todo cuando pretenden justificar una conducta no asertiva, atribuyendo sus errores a causas ajenas a uno mismo. Pero desde luego que no es muy acertada. Todos podemos mejorar siempre. Y ser muy empático no significa ser sobreempático. La clave, como la mayoría de las veces, está en el equilibrio. Fácil no es, pero merece la pena. 

Voy a intentar resumir algunos conceptos que se definieron ayer al respecto. Empecemos por la empatía, ese algo que procuramos inculcar a nuestros hijos. Teniendo en cuenta que es la capacidad para ponerse en el lugar del otro, tiene dos componentes: un componente cognitivo, más racional, y que nos ayuda a comprender la mente del otro, y un compomente emocional, que nos facilita sentirnos cerca de las emociones de los demás, pero no solo sobre lo que piensan los demás, sino también sobre lo que sienten. 

Además, la empatía tiene diferentes usos, con lo cual, podemos usarla o no, valga la redundancia. El primer uso y más conocido es el que le damos cuando utilizamos la empatía para detectar el estado de ánimo o las emociones de otra persona. Este uso suele ser descrito con frecuencia cuando hablamos de personas de alta capacidad. 

Pero hay un uso más complejo que es el de usar la empatía para actuar, o lo que es lo mismo, pararme a pensar en cómo mi conducta puede afectar positiva o negativamente en los demás. En los niños y no tan niños de alta capacidad es frecuente escuchar eso de tiene cero empatía, o tiene rasgos TEA por la falta de empatía, pero esto no es cierto. No es que no tengan empatía, es que no la usan. Seguramente con los ejemplos que cito a continuación más de uno puede verse reflejado a sí mismo o a sus hijos:

- Corrigen constantemente a los demás (vocabulario, errores del lenguaje, etc.)

- Necesitan decir la verdad siempre, aunque no la quieran oír, sea una verdad inoportuna, etc.

- Interrumpen constantemente en las conversaciones ajenas. Y a priori puede parecer que necesiten mejorar la paciencia, pero esto al parecer es algo más complejo, que solo trabajar la paciencia. A veces, simplemente intuyen las respuestas de los demás, con lo que se adelantan, dan su opinión aunque no se la pidan, con lo que podríamos decir que lo que necesitan mejorar es la ESCUCHA ACTIVA.

- Como también suelen  cuestionarlo todo, al adulto o a la autoridad en general, necesitan una explicación lógica para absolutamente todo, pues también deben mejorar este aspecto, porque aunque uno lleve razón, hay cosas que simplemente son de una forma y punto, y si no aprenden a moderarse, pueden hacer daño a los demás, ofenderles, y en definitiva, conlleva problemas. 

- El que muchas veces sean tan exigentes consigo mismos hace que también lo sean con los demás, por lo que deben de aprender a ser más tolerantes con las equivocaciones de los demás. 

Todos estos ejemplos son indicadores de que debemos mejorar la empatía. ¡Hagámoslo! ¡Nosotros ya hemos empezado!

Y como decía al principio de la entrada, en el equilibrio está la clave. Si somos sobreempáticos, es decir, no solo nos ponemos en el lugar de la otra persona, sino que además padecemos los sentimientos ajenos, esto muy saludable no puede ser, con lo que hay que aprender a moderarse para no convertir la empatía en una conducta desadaptativa, que nos haga daño a nosotros mismos o a los demás. 

Algo muy ligado a la empatía es la asertividad, esa capacidad para poder expresar mi opinión sin ofender a nadie pero sin callarme. La clave, nuevamente, no está en explotar o reprimir, sino en encontrar el equilibrio. Y éste aparece cuando soy capaz de decir lo que pienso de modo tal que no hiera los sentimientos de los demás. Pero ojo, yo puedo ser una persona asertiva y aún así, la persona que tengo delante puede sentirse ofendida, atacada o herida. Pero no porque yo no haya sabido hacerlo bien, sino porque quizá me haya topado con una persona agresiva, a quien digas lo que le digas, se lo digas como se lo digas, siempre encontrará una pega para contraatacar. Hay cosas inevitables. Así es el mundo de las personas.

Lo que está claro es que todos podemos ser más empáticos, más asertivos, y mejorar estas habilidades sociales, ya que no solo nos ayudarán a mejorar nuestras relaciones interpersonales, sino que además nos ayudarán a sentirnos más seguros de nosotros mismos, más satisfechos con nosotros mismos, y eso creo que es algo muy positivo. Si como padres trabajamos estos aspectos, ayudaremos a nuestros hijos a mejorar también, pues somos su principal modelo y referencia.

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