viernes, 27 de enero de 2017

El duelo de la vida: De la negación a la aceptación (Parte 2 de 2)

 A pesar de acusarme de meterle al niño en la cabeza que el cole es aburrido y que no aprende nada, yo que llevo meses intentando motivarle en casa, haciendo una fiesta cada vez que le arranco una frase positiva relacionada con el aprendizaje en el cole, como que ha aprendido una palabra nueva, etc., de repetirle hasta la saciedad que su obligación es ir al cole como la de los adultos es ir a trabajar, y que es algo que ha de hacer, y que ha de ir de la mejor forma posible, porque es un trámite diario ineludible, me he dado cuenta de que todo este tiempo lo he estado haciendo mal. No se pueden montar fiestas porque el niño aprenda que "extremidades" son "limbs", pues eso no es lo suficientemente motivante para aguantar 5 horas diarias en el colegio. Ni de nada sirve que observe al resto de compañeros, y que se dé cuenta que el resto de compañeros sí van contentos al colegio, porque eso no le hace cambiar de parecer, pues no hace más que reforzar que el problema lo tiene él. Algo malo debe haber dentro de él para no disfrutar yendo al colegio, ni repitiendo una y otra vez las mismas sumas, las mismas restas, etc. 

Y hoy por fin me he dado cuenta que lo que necesita aprender cuando vaya a terapia es a aceptar que el colegio para él es una mierda. Y es hoy cuando me he dado cuenta, que en realidad lo que necesita es superar un duelo. Aunque no sea una pérdida propiamente dicha, es un aceptar que es él quien se ha de adaptar al mundo y no al revés. Porque la tierra seguirá girando aunque él sufra, aunque le molesten los ruidos y las voces elevadas de los profesores, y los libros aburridos del colegio. 

En silencio ha pasado por la fase de negación, de negociación con la realidad y por la depresión. Ha intentado buscar estrategias para sobrellevar de la mejor forma posible vivir en esa cárcel que para él es el cole. Se ha empezado a evadir, a entretenerse en clase con sus amigos imaginarios o a desarrollar proyectos para mejorar el mundo. Pero tampoco ha sido suficiente, y además también ha sido recriminado por ello. 

Ahora está en la fase de ira, y lejos de convertirse en el paso previo a la aceptación, se ha convertido en su peor enemigo, pues le ha llevado a la autodestrucción. Cada mañana, desde hace 3 semanas, se levanta con ansiedad, nervios, tensión, irascibilidad, susceptibilidad. Apenas necesita detonante para estallar. Y lo peor de todo es que en casa está bien, en la calle está bien, haciendo otras actividades está bien. Solo le pasa cuando tiene que ir al cole. Aún así, nadie me ha escuchado, han intentado buscar el problema fuera del cole, han intentado hacerme creer que tiene otros problemas, pues el aburrimiento y su sensibilidad no son motivos suficientes para esas reacciones tan desproporcionadas. A pesar de que en textos de psicología, uno de los síntomas de la ansiedad es precisamente ese exceso de agresividad. 

La semana que viene tengo por fin la cita con el inspector, en el nuevo cole ya nos han confirmado que no hay problema, en su cole ya por fin respetan nuestra decisión. Seguramente no se solucionarán sus problemas solo por cambiar de cole, pues tiene muchos fantasmas contra los que aún tiene que luchar, aún le quedan traumas por superar. Ojalá la burocracia no haga de las suyas y acepte sin más nuestras motivaciones. 

Toca empezar de cero, y nos va a costar a todos. Son muchos cambios de golpe, y la terapia no la podemos dejar. Pero hoy he entendido que necesita un nuevo enfoque: buscar la aceptación. Y para encontrarla, necesita entender y aceptar que aunque en muchos momentos el cole no será su lugar preferido, ha de aceptarlo porque sí, porque no se puede evitar. Tendrá que seguir aguantando durante muchos años más 5 horas diarias como mínimo en un pupitre, pero si aprende a aceptar que solo suponen 5 horas de las 24 que tiene el día durante 5 días de 7 que tiene la semana, durante 9 meses de 12 que tiene el año, entonces quizá y solo quizá aprenderá a gestionar esa frustración y ese sufrimiento que le impide tener el autocontrol necesario para acudir cada día al colegio, y sobrellevarlo de la mejor manera posible, sin cuestionarlo absolutamente todo, pues muchos ya sabéis que estos niños son insaciables, necesitan una respuesta para todo, necesitan comprenderlo todo, y muchas veces les cuesta aceptar una respuesta porque sí. Pero es que en esta vida, muchas veces debemos de aceptar las cosas como son, sin cuestionarnos nada, aceptar las normas porque son las normas. Es así,ya que somos seres sociales que convivimos en una sociedad, la cual  nos obliga precisamente a cumplir con reglas cada día. 

Y me entristece enormemente pensar así, pues no es mi intención ser derrotista. El colegio debería de ser un lugar motivador, donde se cultive la curiosidad y el afán por aprender. Pero o cambiamos de táctica, o la autodestrucción se hará cada vez más grande, y las soluciones cada vez más efímeras.

El mundo será un lugar mejor para todos cuando se tolere la diversidad y se respeten las diferencias de verdad; mientras tanto, es la diversidad la que debe de encajar en este mundo.


El duelo de la vida: De la negación a la aceptación (Parte 1 de 2)

Estas últimas dos semanas han sido duras, muy duras. La vuelta al cole tras las vacaciones de Navidad ha sido muy traumática, y lejos de convertirse en una fase más que se supera a los pocos días, no ha hecho más que abrir aún más la herida.

Ese constipado que no se ha vigilado durante los últimos meses, finalmente ha acabado en una neumonía de caballo. Pero realmente fue un constipado que se llevaba fraguando desde hace más de dos años. Hasta un punto de no retorno que nos ha llevado a tomar decisiones drásticas. Drásticas pero muy meditadas. 

En el cole, el comportamiento disruptivo cada vez ha ido a más; el malestar es tan grande, que los intentos de escaparse se han sucedido día tras día. Como no le han dejado escaparse, ha recurrido a  sus primitivas armas y ha descargado toda su ira contra esas personas que en teoría debían de protegerle. 

Ya venía anunciándolo hacía semanas, cuando describió perfectamente lo que sentía. Se sentía prisionero en una cárcel en la cual tenía que estar sí o sí y de la cual no podía escapar. Al final hemos acabado todos desesperados y tirándonos los trastos a la cabeza. Cualquier intento de restablecer el orden es en vano. Pues él ha abandonado. 

De forma urgente pido cita con su psicólogo, y lo único que es capaz de verbalizar es que se siente un monstruo, un incomprendido, una mala persona, un inútil que no vale para nada, y cuando se desata la furia, no hay tecla de Escape pues él hace esas cosas porque es un monstruo. Y todos los días repite lo mismo: "No aguanto los gritos, no aguanto aburrirme en el colegio". Pero a ojos de los docentes, poco preparados para lidiar con niños así, con poca voluntad, que piensan que estos niños no necesitan nada porque van sobrados, todo esto son cosas de niños. Pues él ha de entender que ha de ir al cole sí o sí, y ha de hacer la tarea sí o sí; y si tan inteligente es, cuanto mejor debería de comprender que esos comportamientos son intolerables. Su psicólogo me confirma que tiene ansiedad, pero que tiene que seguir viéndolo, pues le cuesta abrirse, supongo que está harto de decir lo que le pasa y de que nadie haga nada por cambiarlo. Sigue sin comprender. 

Después de pelearme varios días con el cole, de explicarles que lo que necesita con urgencia es adaptación, que está muy desmotivado, que por eso ya no quiere ni trabajar en clase, aunque sepa que luego en casa tenga que hacer lo que no ha hecho en clase, recibo la llamada. No pueden con él -nuevamente se niega a trabajar y ante la insistencia, empieza a agredir, irrumpe en ira-, y eso a las 9 de la mañana. Me piden que vaya a recogerlo, y de camino al colegio, teniendo que dejar mi puesto de trabajo, le doy vueltas a cómo afrontar la situación. La decisión está tomada, el niño no vuelve al cole. Lo llevaba avisando desde hacía semanas, que el niño no estaba para ir al cole, pero claro, cómo iba a a reforzar ese deseo de no ir, si lo dejaba en casa; no podía ser. 

Y ahora empieza una nueva lucha, empezar de cero, con necesidad de positivismo, de intentar hacer las cosas bien, de ver por fin la luz al final del túnel.
Así de pequeño se siente mi hijo en clase. Pizarras llenas de las mismas sumas cada día, niños que al lado del docente, son pequeños e insignificantes. La puerta, lejos, cerrada, imposible de escapar. :(

domingo, 15 de enero de 2017

Las Altas Capacidades salen caras


Cuando oyes comentarios sobre altas capacidades de personas que no están muy familiarizadas con el tema, te puedes encontrar con comentarios del tipo: "Pero si lo tenéis muy fácil, ser inteligente te abre muchas puertas, y puedes hacerte rico, tienes más oportunidades".

La verdad es que normalmente sucede todo lo contrario. Cuando empiezan a ocupar espacio en tu cabeza las altas capacidades porque sospechas que tu hijo puede tenerlas, piensas quizá que el paso más complicado sea confirmarlas, y que una vez detectadas, todo será más fácil, y que todo irá sobre ruedas. 

¡JA! Pues la realidad es otra bien distinta. Después de ese periodo de angustia por el cual pasamos la mayoría de familias sobre si será o no será, me lo parece, y no me lo parece, empieza la verdadera batalla. Si las AACC se han confirmado a través de un gabinete privado, toca comunicarlo en el colegio, cruzar los dedos para que sean abiertos y tengan capacidad y sobre todo VOLUNTAD en atenderlas. Y eso en el mejor de los casos,pues otro de los caminos complicados pasa por oficializarlas ante la Administración. De esto se encargan los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica de cada comunidad. El proceso puede ser largo y tedioso, y mientras tanto tu hijo sigue sin la atención que necesita. Conozco demasiados casos en los que esta fase se convierte un auténtico calvario para las familias, pues o no están por la labor, o están desbordados de trabajo porque SIEMPRE hay casos más urgentes que atender, ya que como ellos van sobrados y otros no llegan, se atiende primero al que no llega, aunque el que va sobrado esté sufriendo de depresión infantil, conductas disruptivas, vaya a terapia, etc. Pero también puedes encontrarte, y esto es bastante habitual, que los responsables no estén cualificados para evaluar las altas capacidades. Pasan las pruebas sin tener la suficiente pericia y conocimiento que se requiere para aplicar e interpretar los tests, y como al final lo que cuenta es el dichoso número, acaban determinando que tu hijo no es de altas capacidades, y dejan a tu hijo sin atender. 

Pero aquí no está todo perdido, pues puedes pedir una segunda evaluación o de contraste al DAT e incluso una tercera a la Consejería de Educación correspondiente. El asunto se complica, se alarga y tu hijo sigue sin ser atendido.

¿En qué punto estamos nosotros? Pues tras la evaluación completa privada, solicitamos directamente la validación por parte del EOEP mediante prueba de contraste, tuvimos la reunión con el orientador de zona que nos dijo que pasaría alguna prueba, pues el informe que entregamos les pareció bastante completo. Entre tanto, el equipo de orientación del cole nos dijo que mientras se tramitaba, igualmente atenderían ya a mi hijo, pero esto aún no ha sucedido. Ni siquiera hemos tenido la reunión con tutor, jefe de estudios y orientador del cole (llevamos más de dos meses esperando). Sorpresa cuando me cuenta el niño que el viernes   le sacaron para hacer una actividad. De esto me informó a mitad de semana el orientador del cole, y nosotros pensando que se trataba de actividad de ampliación. Cuando el niño empezó a describirme la "actividad", entendí perfectamente que se trataba de un test de inteligencia. Le pasó 4 subpruebas del WISC. El niño me dijo que había alguna que no quería hacer, y así se lo transmitió al orientador, quien a pesar de decirle que acabarían en seguida, continuó, esa subprueba finalizó rápidamente ante la no colaboración por parte del niño. Aún así le pasó otra prueba más. Ahora me toca pedir explicaciones, pues de haberlo sabido, le habría explicado al niño que le iban a hacer una prueba para medir su inteligencia y que debía de esforzarse aunque no le gustara alguna prueba, pues solo así sabrían su verdadera capacidad. Y me parece tan injusto que actúen así, pues parece una jugarreta a traición, tras saber que había pasado una mala semana, un viernes a última hora, y habiéndome dicho que se trataba de una actividad, no de una prueba. Y obviamente me tocará pedir explicaciones y reclamar, seguramente acabe dentro de poco en el DAT.

Mientras tanto, y en vista del largo proceso que se viene encima, intentas atender a tu hijo por tu cuenta, fuera de la Enseñanza Reglada, por lo tanto, toca invertir dinero en actividades extraescolares, que permitan no solo desarrollar su talento, sino en muchos casos, hacerle recuperar la motivación perdida. A esto se suma, que si buscas actividades específicas para niños de altas capacidades o muy especializadas, muchas veces puedes encontrarte con actividades que suponen 80 y hasta 120 euros al mes. Si eliges más de una actividad, el presupuesto familiar se sigue incrementando. ¿Y por qué hablo de actividades específicas? Porque hasta ahora nos hemos encontrado con la barrera de la edad sobre todo, ya que en muchas ocasiones no le han permitido formar parte de alguna actividad o taller por ser demasiado pequeño, a pesar de que por capacidad habría encajado perfectamente. Y porque cuando buscas actividades, al clasificarse por edades, éstas no suelen suponer ningún reto para mi hijo, y acaba aburriéndose. Conm lo fácil que sería todo si le gustara el fútbol, ¿verdad?

Pero es que además, en muchos casos, esto no es suficiente, ya que el foco del problema está en el colegio y es donde siguen sin estar atendidos, con lo que a veces no sirve ni para tapar el parche. Si además tu hijo necesita ir a terapia, o tratar alguna dificultad añadida, la cuenta empieza a estar en números rojos, si tu nivel socioeconómico está en la media. Con lo que sí, tener altas capacidades para muchas familias bien supone renunciar a cultivar ese talento, o bien pedir créditos, o bien renunciar a otro tipo de gastos familiares (ocio, vacaciones, coche nuevo, etc. ) o bien ser muy hábil en coleccionar cupones de descuento del supermercado.

En nuestro caso, nuestros recursos económicos son bastante discretos, con lo que tenemos que evaluar bien en qué invertir el dinero. Pues entre otras cosas, necesitaría volver a terapia, aunque en esta ocasión con psicólogo especializado en altas capacidades que es quien mejor podría atender al niño, para ayudarle a gestionar su frustración, su aburrimiento, su nerviosismo y ansiedad ante el colegio. Pero de momento no podemos, y al final hemos apostado por un taller a través de la asociación que se imparte dos sábados al mes hasta abril, y donde comparte experiencias con otros niños de AC.

Las clases de piano se las doy yo en casa, gracias a que fui a la escuela de música de niña, y para empezar, algo puedo enseñarle. Es fan de Beethoven, como él dice, y está muy motivado para aprender a tocar el piano.

En Navidades y cumpleaños no hay juguetes, hay material educativo (Microscopio, telescopio, el teclado, juegos de ciencia, algo de construir...), pues es lo que demanda y por supuesto no le dan en el colegio.

En definitiva, darle lo que necesita (y no son caprichos), sale caro. Y no queremos renunciar a ofrecerle las oportunidades que necesita para un desarrollo pleno. En vista de que el cole no quiso evaluar en su día, este verano hemos tenido que renunciar a vacaciones para pagar la evaluación completa de forma privada ¿Es exagerado? Creo que tomamos una buena decisión, pues era importante evaluar para cerciorarnos de que íbamos por el camino correcto y que no nos dejábamos nada por el camino, y porque a pesar de no haber podido escaparnos, hemos podido disfrutar de otras experiencias (Museos, excursiones, etc.) para desconectar de la rutina y cargar pilas.

¿O realmente deberíamos no darle tanta importancia y tratarle como un niño que pide muñecos de la tele? Pero es que no los pide. Su sueño es aprender, construir, realizar proyectos de astronomía o laboratorio. Además de todo eso es niño como los demás y le gusta jugar, pero hoy por hoy, sus carencias intelectuales están interfiriendo en el resto de áreas. Ayer me contaba mi hijo que le encantó el taller porque le hacían pensar, ya que en el cole no usa el cerebro. Un poco triste, ¿verdad? Pero así es la enseñanza, al menos por regla general, y hablando de enseñanza...de colegio ni hablamos, pues lo que realmente le vendría bien es un colegio alternativo, pero de esos hay pocos y la mayoría privados. Tampoco se trata de convertir su Educación en algo elitista, pero si los colegios educan para la media y no está en ella, ya está en el banquillo. Aún queda mucho para que en España se generalice una verdadera escuela inclusiva. 
Volviendo a la evaluación de las AACC, por otro lado, tenemos el caso de niños que directamente son evaluados por colegio / EOEP, con lo que en sus manos está que se confirmen sus AACC, y por los mismos motivos que antes, en muchas ocasiones sucede que los niños no son correctamente detectados. Las familias que se conforman porque creen en esos resultados, pasan página, y es posible, que en años venideros empiecen a tener problemas por no atender esas altas capacidades que nunca fueron confirmadas,   buscando otros diagnósticos que nunca salen a la luz o encontrando diagnósticos que no son lo que realmente son, lidiando con un posible fracaso escolar, y por supuesto, un desaprovechamiento de ese talento, ya que en esta situación, el niño jamás es atendido por el centro educativo. 

En el caso de familias que siguen insistiendo que su hijo sí es de AACC y sigan luchando porque las mismas se confirmen, nuevamente batalla a la vista, pues o bien tienen que esperar 2 años hasta volver a evaluar, o bien intentan buscar la solución fuera del centro educativo o bien buscan de nuevo atenderles externamente al colegio mientras se confirman dichas altas capacidades.

Por suerte está el caso de niños que son detectados por el colegio y confirmados por el EOEP y proceden con las medidas de atención. Los menos reciben medidas adecuadas, enriquecimiento, aceleración... pero son los menos.

Y lo mejor es no quejarse, aunque esas "medidas" impliquen tarea extra (más de lo mismo) cuando acaban la tarea, o trabajo de ampliación para casa, porque aunque en el informe venga subrayado y en negrita que se deben evitar las tareas repetitivas, no puede dejar ni una sola ficha del libro sin hacer, y ya si convierten a tu hijo en el encargado de subir y bajar las persianas, ya es para enmarcar dicho cargo... nótese la ironía. 

En cualquiera de los supuestos, la familia sufre, el niño sufre, y esto es de lo que realmente deberían de aprender los colegios, docentes, orientadores, etc., pues a veces no se dan cuenta que está en juego algo más que un número o un diagnóstico; está en juego el futuro de un menor, que se halla desamparado y perdido en medio del Sistema Educativo. El estrés que se sufre como familia es directamente proporcional al grado de injusticia, tardanza, no atención y problemas secundarios derivados de esa no atención. El sistema educativo debería de velar porque esto no siga sucediendo, pues el colegio no es un negocio ni un presupuesto. He leído informes de orientadores en los que concluyen que el colegio "X" no está capacitado para atender a dicho alumno por falta de recursos. ¿En serio? ¿Tan difícil es atender? ¿Acaso se han leído las orientaciones de atención a este tipo de diversidad en las aulas? El dinero no lo es todo, y como he dicho más arriba, se necesita más VOLUNTAD, y más ACCIÓN.

Las familias no nos inventamos los problemas, ni nuestros hijos han elegido aburrirse en el cole o ser demasiado sensibles para esta sociedad o tener mayor capacidad que la media. 

Muchas veces maldigo este don, deseo que ojalá hubiera sido un niño de la media, que no destaque en nada y pueda adaptarse a la media, pues después de años de lucha ves que tu hijo sigue sufriendo, sigue sin ser atendido, y la tensión que siento cuando voy al cole a recogerle, pensando en qué habrá pasado ese día, es algo que si no se vive, no se puede entender. Pero luego pienso en todos los momentos que nos regala, en que este don que tienen estos niños debería de ser aprovechado por la sociedad, para mejorarla, para construir un futuro mejor para nuestros nietos. Y no voy a entrar en cuestiones políticas, porque creo no es el lugar adecuado. 

Pero sí, puedo confirmar que las altas capacidades salen caras, a nivel atencional y económico, a nivel familiar, a nivel psicológico, a nivel de esfuerzo, dedicación y compromiso en la lucha por esos derechos que pertenecen a nuestros hijos. 

Y porque a fin de cuentas, la familia somos el único soporte real de nuestros hijos, pues si nosotros como padres no velamos por su bienestar y luchamos por sus derechos, nadie más lo va a hacer. 

Intentamos llegar a esa comunicación familia-colegio que es puro postureo en muchas ocasiones, pues es fundamental caminar en la misma dirección, y esto sucede demasiado poco. 

Así que profesores, orientadores, directores, en definitiva, actores involucrados en la Educación de nuestros hijos, ¡abrid los ojos!, y no miréis hacia otro lado, porque alguna vez os tocará a vosotros y a lo mejor tampoco tendréis dinero ni recursos suficientes como otros, que mandan a sus hijos a EE.UU y así resuelven su papeleta ante las AACC. 

Yo llevo relativamente poco tiempo en esta lucha, apenas 3 años, pero conozco familias que están en mucha peor situación que la nuestra, con hijos adolescentes, que no solo no han sido atendidos sino que además han fracasado en la escuela. ¿No resulta paradójico? El gran potencial, como obstáculo hacia el éxito...

miércoles, 11 de enero de 2017

Vuelta al cole, ansiedad, miedos y adaptación

No he tenido tiempo ni cuerpo para escribir antes. Como ya vaticinaba, la vuelta al cole este lunes después del descanso navideño, no ha sido para nada pletórico. 

A las 8.05 de la mañana ya estaba recibiendo una llamada del cole, y solo hacía 5 minutos que había entrado por el umbral de la puerta. Entrar ya es decir mucho, ya que entre dos personas y a la fuerza tuvieron que meterlo dentro. Tuvo que ser un show, por suerte o por desgracia no pude verlo. 

La noche anterior, cómo no, le costó conciliar el sueño, y a las 6 de la mañana ya se había despertado y empezaba a quejarse de dolor de garganta. Nos despedimos bien, sin contratiempos, y nada parecía indicar que las aguas tardarían demasiado poco tiempo en volverse turbias. Pero así fue. Ya en el coche de su amiga con la que va, empezó a anunciarse el desastre. Cada vez más nervioso y tenso, irritable, y necesitaba una brisa para estallar. 

Lo primero que me dijo el jefe de estudios a la salida del cole fue: "es que no ha sido en el cole, ya vino así. Nosotros no nos responsabilizamos y no tenemos culpa". En ese momento no sabía si tirarme de los pelos o hacerle un plano de la situación, pero en vez de eso, recurrí a las nuevas tecnologías para enseñarle el famoso dibujo del cole-cárcel que había hecho mi hijo la última semana de clase antes de las vacaciones de Navidad. Le llamó la atención (¡Aleluya! ¡Algo es algo!) y estuve media hora intentando explicarle que aunque yo entiendo que las reacciones de mi hijo en ciertas situaciones son desproporcionadas, lo único que pido por parte de los profesores y demás personal del centro educativo, en el cual conocen la realidad de mi hijo, es que vean más allá de su irascibilidad. Pues solo está pidiendo a gritos ayuda. Que lo escuchen en vez de tacharlo de mentiroso (que no lo es, y no lo digo porque soy su madre), que les salten las alarmas y empiecen a actuar sabiendo la gran desmotivación que el niño siente por ir al colegio, que cuando no hace la tarea en clase no es por vaguería, es por falta de reto y por reiteración reiteradamente reiterada. Que está llegando a un punto en el que ir al colegio le provoca ansiedad, que esa ansiedad, unida a nerviosismo, se transforma en una mayor susceptibilidad, de modo tal que a la mínima que algo le pase o le hagan, salta, explota e intenta liberarse de ese malestar. Que le tengan en cuenta, que se dirijan a él con respeto, con paciencia, y lo escuchen de verdad. Pues se siente ignorado, su autoestima es un termómetro emocional que en horario escolar está por los suelos, y que menos mal que sube una vez cruza la puerta de salida. 

Que no sé a qué están esperando para atenderle, que la burocracia es sinónimo de excusa, pues lo único que necesita un docente para atender a sus alumnos es VOLUNTAD. Que si un niño que necesita una ficha extra para reforzar un contenido no precisa de ningún diagnóstico para recibirla, ¿por qué los niños que necesitan más estímulo son apagados hasta consumirse? En teoría el orientador tenía que habérselo llevado un rato hoy para hacer una actividad. Menos mal que el disgusto de no haber aparecido se le ha pasado relativamente rápido.

Luego en las reuniones de padres -que también hemos pasado ya por ello esta semana- se les llena la boca de palabras, hablan de educación individualizada... y yo ya solo puedo reírme. 

Hoy, miércoles, ha sido el primer día que al menos ha sabido mantener la compostura (tampoco nadie le ha tirado el almuerzo al suelo como sucedió ayer), aunque haya traído deberes de lo que no ha trabajado en clase. Incluso hemos tenido tiempo para preparar un mini proyecto para Ciencias sobre la unidad que están dando, para que mañana vaya un poco ilusionado, y ojalá le sirva de sedante emocional. Porque está claro que si no hacen nada en el cole, y muy a mi pesar, tendré que hacer el trabajo del profesor en casa, comenzando por algo tan vital como es la MOTIVACIÓN perdida.

Al menos hoy descansamos todos un poco mejor para recuperar fuerzas y afrontar los dos días que quedan para acabar la semana. Esperemos que acabe mucho mejor de lo que empezó (aunque difícil no es).

domingo, 8 de enero de 2017

La vuelta al cole y los dolores de barriga



Mañana volvemos al cole, y me incluyo, porque como ya dije en alguna ocasión, soy maestra, y a pesar de que me encante mi profesión, vuelvo con un sabor agridulce. 

Se terminan las Navidades y en mi entorno familiares y conocidos están ansiosos por volver a la rutina. A nosotros estas dos semanas de vacaciones nos han sentado de maravilla, pero como siempre, nos han sabido a poco. He podido disfrutar de mi hijo, he tenido tiempo para preparar mis clases sin tener que quedarme hasta horas intempestivas preparando el material. Pero definitivamente volver al cole ya no significa para mí lo mismo que hace años. 

Volver al cole supone para mi hijo, al igual que para muchos niños de altas capacidades, volver a un entorno HOSTIL, al que han de enfrentarse de la mejor manera posible. Y no, no puedo estar contenta de liberarme de mi hijo. Mi hijo no me cansa, ni he acabado harta de las vacaciones. Y ni mucho menos supone un alivio para mí. Precisamente ahora es cuando retomamos el calvario diario del que hemos podido evadirnos durante los días de fiesta. 

¡Pero por qué tiene que ser así! Esto no lo entiende mucha gente, pero estoy convencida de que muchos de vosotros sí que os sentiréis identificados conmigo o con mi hijo. 

Pues la vuelta al cole supone para muchos niños AC el regreso de las SOMATIZACIONES. ¡Socorro! ¿Qué es eso? 

Estás tan tranquilo en casa, pasando un rato agradable en familia, y de repente tu hijo empieza a quejarse de dolor de barriga. Aparentemente no ha comido nada que le pudiera sentar mal, y tampoco ha sido víctima de ningún virus invernal. Entonces, ¿por qué sucede esto?

Ya expliqué en una de mis primeras entradas, la importancia del EQUILIBRIO. El ser humano necesita ese equilibrio entre mente y cuerpo. No hay que descuidar ninguna de las dos cosas. Necesitamos salud física y mental, pues si una de las dos falla, la otra se ve resentida. Y acaba enfermando. 

Es ante estas situaciones, cuando vuelve el estrés, la ansiedad, los miedos, que acaban repercutiendo en la salud física. Y no, no se soluciona exclusivamente con psicólogos, pues para solucionar un problema hay que solucionarlo, y eso solo se obtiene actuando. 

A lo largo de estos años he leído a muchas madres (y digo madres porque casi siempre me he encontrado con estos casos), perdidas, angustiadas y preocupadas porque sus hijos sufren de dolores de barriga o de cabeza constantes. Van al médico, al neurólogo, y todos le dicen lo mismo: "Su hijo está bien, no tiene nada. No podemos ayudarle". Pero pasan los días, las semanas, los meses e incluso los años, y tu hijo sigue con constantes dolores de barriga o de cabeza. Y ya no sabes qué hacer. 


Es que es de altas capacidades, va asociado. Y yo solo puedo responder sí y no. Es decir, tener altas capacidades no te predispone a sufrir de problemas físicos sin causa aparente, ya que cualquier niño sometido a un estrés y ansiedad continuos pueden acabar sufriendo de este tipo de dolencias. Entonces, ¿por qué se oye tanto que un niño de altas capacidades sufre de dolores de barriga? 

Cuando un niño se tiene que enfrentar durante cinco horas diarias, durante cinco días a la semana, durante 9 meses al año, a un entorno que considera hostil, del cual no puede escapar, donde no atienden sus necesidades, porque consideran que "va sobrado", en un entorno donde se siente insignificante y no valorado, donde no se siente escuchado ni respaldado por las personas que en teoría deberían de protegerle y acompañarle, entonces es cuando pueden aparecer estos síntomas sin causa aparente. 

Pero, ¿y cómo se puede solucionar? Pues fácil, ATENDIENDO. Así que familias, luchad y luchad por vuestros derechos y los de vuestros hijos, pues nadie más que vosotros luchará por ellos como vosotros lo hacéis. Porque es vuestra responsabilidad, y porque es la salud de vuestros hijos la que está en juego. 

Ahora pensad un momento como adultos. Estamos preocupados por algo, nos sentimos nerviosos, ansiosos o estresados. Tenemos mil formas de enfrentarnos a esa situación. Podemos encerrarnos en nosotros mismos y ponernos una coraza para que nadie se dé cuenta. Pero esto acaba pasando factura. Nos vuelve a salir acné, o de algún modo reventamos. Al final se nos nota. O bien elegimos validar ese malestar, compartimos nuestras preocupaciones con alguien, buscamos soluciones. O bien explotamos, arremetemos contra todos, estamos de mal humor y empezamos a reaccionar de forma injusta contra todos. 

Pues a los niños les sucede igual, solo que además ellos aún no tienen ni la experiencia vital, ni la capacidad de gestionar ese malestar como un adulto que sí es capaz de hacerlo. Puntualizo que conozco a muchos adultos que tampoco son capaces de gestionarlo. 

Y habrá niños que somaticen ese malestar a través de dolores de barriga y de cabeza recurrentes. Habrá niños que se encierren en sí mismos, a quienes se les borre ese brillo característico en los ojos. Puede que empiecen a colgarse de tus faldas y te persigan por toda la casa, pues es su forma de pedir tu protección. Pueden aparecer tics de diversa índole, tics que incluso pueden acabar convirtiéndose en manías u obsesiones que terminen intercediendo en el normal desarrollo de la vida diaria. Y habrá niños que ese estrés y ese malestar lo canalicen de otra forma y nos demos cuenta de ello porque afecta a su conducta. Son niños que sin causa aparente, estallan en un ataque de ira y de frustración. A nivel físico esos niños no presentan síntomas, pues son como un volcán dormido que de repente entra en erupción. Y tras erupcionar todo vuelve a la calma, hasta que nuevamente están saturados y el magma asciende bruscamente buscando la superficie como sea. 

Durante años he creído firmemente en eso de las disincronías y  los desajustes. Me han sugerido terapia ocupacional, me han hablado del trastorno de integración sensorial y todo porque mi hijo reacciona ante ciertas situaciones, tiene tics y comportamientos que no son aceptados socialmente. Y por supuesto que eso existe y en muchas ocasiones habrá que tratarlo. Pero hoy por hoy no solo sigo mi instinto sino los consejos del psicólogo de mi hijo. "No tiene desajustes, estos solo se producen cuando percibe el entorno como algo HOSTIL. Ese entorno obviamente es el colegio". Y yo pensando que tenía un fuerte desequilibrio emocional debido a una desintegración sensorial.
 
Así que profesores, orientadores y profesionales de la educación: escuchad y observad las señales de vuestros alumnos. Pues no se comportan así para fastidiar ni porque tengan problemas psicológicos ni porque quieran ser el centro de atención a toda costa. Están sufriendo de verdad. Y cada niño lo demostrará a su manera. Y en consecuencia, ¡actuad!

Es injusto que niños de seis años acaben con úlceras de estómago o tengan que estar medicados por somatizar su sufrimiento. No podemos seguir permitiéndolo, pues es evitable. A veces basta al principio con introducir sutiles cambios que a esos niños les da un atisbo de esperanza.

Las altas capacidades no son una moda


Seguramente a muchos de vosotros os pase como a mí, aterrizáis en este mundillo e intentáis informaros al máximo sobre esta realidad. Leéis todo lo que llega a vuestras manos o de forma virtual, ojearéis algún foro quizá, os suscribáis a algún blog que hable de altas capacidades, asistís a seminarios o incluso os formáis.

¿Por qué sucede esto? Pues a decir verdad, no puedo saberlo con certeza, aunque supongo que no es el típico tema de conversación que surge tomando café con familiares, amigos u otros padres, ¿me equivoco?

A lo largo de todo este tiempo, me he encontrado, sobre todo por la red - donde el anonimato es rey-, con muchos perfiles de personas que se asesoran sobre el tema. Y se me ha ocurrido establecer mi propia clasificación, o para entendernos mejor, los dos tipos de casos que me suelo encontrar. 

- Caso 1:

Familias que tratan este tema desde la humildad, con sus miedos, sus interrogantes y sus mil dudas. 

Sobre todo madres, aunque cada vez también se lee a más padres, preocupados porque ven a su hijo diferente, o bien porque destaque en algo especialmente, o porque tiene intereses diferentes a otros niños, o porque no se relaciona como el resto de la gente se espera, o porque empieza a presentar problemas en el colegio, a bien conductual, aislamiento o rendimiento,  o bien porque su hijo ha recibido etiquetas (no diagnosticadas sobre todo) del tipo TDAH, TEA, trastorno negativista desafiante, etc. En fin, porque han visto un algo que no saben qué es y para lo cual buscan respuestas. 

Suelen ser familias que casi siempre se presentan disculpándose, pues no pretenden ser arrogantes ni prepotentes, ni mucho menos hablar sobre su hijo como si fuera super especial, superior o mejor que los demás. 

Suelen querer pedir una valoración, ya sea a través del propio centro educativo o a través de un gabinete privado, para cerciorarse de que esas sospechas no son infundadas, y hay una base para pensar en ello. 

No suelen ir alardeando de hijo talentoso, sino más bien lo contrario, prefieren pasar desapercibidos, sobre todo en el ámbito familiar y escolar.

Suelen seguir con sus dudas a pesar de recibir una confirmación oficial, pues en el fondo no ven que su hijo sea especial o destaque por encima de otros niños de su edad.

Y sobre todo suelen ser prudentes en aquello que afirman, pues precisamente no destacan por ser ostentosos. 

- Caso 2: 

Familias que compiten por demostrar que su hijo es el más guapo, el más listo, el más talentoso y en definitiva, el mejor. 

Cuando lees lo que escriben, su forma de redactar ya denota arrogancia sobre todo, ya que encima suelen tener pocos conocimientos sobre el tema, ni les interesa conocer más realmente.

Suelen hablar de lo precoces que han sido sus hijos, de las maravillas que realizan incluso de bebés sus hijos, e incluso me atrevería a decir, que incluso exageram o inventan algunas de las hazañas de sus retoños. 

Si sus hijos no están evaluados pero deciden hacerlo, convencidos de que son superdotados (suelen preferir este término al de altas capacidades), acaban desapareciendo de las redes sociales, si la valoración no ha arrojado los resultados esperados, o bien ponen mil excusas, echan la culpa a los demás, y no aceptan la verdad.

Normalmente hablan de superdotación y de altas capacidades sin estar evaluados, pero creen firmemente en ello, y con dicha soberbia hablan, como si dicha condición les subiera la autoestima o sufrieran de complejo de superioridad (o inferioridad... muchas veces confundo ambos términos).   Pero es que además hablan de superdotación, con total normalidad, cuando describen a sus bebés, porque empezaron a gatear con 5 ó 6 meses o empezaron a andar a los 10. Ahí es cuando empieza la típica conversación entre perfiles de familias similares, compitiendo por cuán precoces fueron sus hijos respecto a los de los demás. Ni que fuera una competición. 

En el primer caso, las familias que afrontan las altas capacidades desde esa humildad que nace del desconocimiento real, al menos hasta el momento, me he encontrado con que en efecto, esas sospechas acababan confirmándose. Por algo se dice que la familia suele ser la primera en detectarlo. 

En el segundo caso, quizá por "moda" en ciertos sectores, quizá porque aunque en muchos aspectos de la sociedad no se valore la inteligencia, no nos engañemos, ¿a quién no le gusta ser inteligente? ¿quién no tiene temores sobre la inteligencia de sus hijos? Todos queremos que nuestros hijos sean inteligentes, ¿o no? Bueno, yo simplemente procuro no leer mucho opiniones de este tipo de familias, porque no me aportan nada. 

Tras explicar brevemente la casuística que suelo ver, volvamos a la pregunta que nos ocupa, ¿las altas capacidades son una moda? No, hombre no. Gracias a las nuevas tecnologías, la world wide web ofrece muchísima más información, info a la que hace años no teníamos acceso. Con esto quiero decir que es cierto que las altas capacidades existen, es cierto que hay muchísimos niños sin estar detectados, es cierto que se está perdiendo el talento, y es cierto que aún queda mucho por hacer para dar a conocer cómo son realmente las altas capacidades. 

Me he encontrado en foros a madres escribiendo preocupadas porque en el cole sospechaban de que ese hijo pudiera ser TDAH, disléxico o tener algún trastorno de aprendizaje o de conducta. Luego leo las características que describe de ese hijo, y lo que se me viene a la cabeza es AC. Bueno, aclaro: a mí, y a otras compañeras, por supuesto, el mérito es de todos los que intentamos arrojar un poquito de luz a esto de las altas capacidades porque las vivimos a diario. Después de informarse y actuar, varias de estas madres, que escribían preocupadas sobre otro diagnóstico,  acababan diciendo que en efecto se habían confirmado las altas capacidades de ese hijo. Y en muchos casos, en los que incluso he asesorado en alguna ocasión, quedaban descartados los trastornos iniciales de los cuales se sospechaba. Claro que hay veces que puede darse una doble excepcionalidad, AACC y TDA(H), AACC y dislexia, AACC y TEA... pero otras muchas veces, sencillamente la dirección que se había tomado desde el colegio (principalmente) no era la correcta y solo había que encontrar el camino adecuado. Haber podido ayudar a esa familia a encontrar LA RESPUESTA es algo que me llena de satisfacción. Pues una vez también yo fui esa madre que buscaba ayuda.

Pero también es cierto que por la red pulula mucha gente que no ayuda a que se tomen en serio las AACC. Solo hay que ver la cantidad de tests que puedes encontrar en Internet. Llega uno, lo hace, le sale un valor alto y ya va diciendo por ahí que es superdotado. Eso no son las altas capacidades, no funciona así. Y si no, acordaos del dicho: "Dime de qué presumes, y te diré de qué careces". Y no pretendo criticar a estas personas, porque no es mi cometido, pero ojalá se dieran cuenta del daño que hacen exhibiéndose así, desvalorizando realmente lo que son las altas capacidades, ya que seguramente no vivan la realidad que muchas familias vivimos, esperando que el sistema educativo atienda a nuestros hijos, que nos tomen en serio y se nos escuche. Y en muchos casos, pasándolo mal viendo cómo nuestros hijos sobre todo en el colegio sufren, ya sea por el aburrimiento, por el bullying o por depresión infantil.



sábado, 7 de enero de 2017

¡Socorro, tengo miedo de que esto de las altas capacidades se le pase!

Este post debo agradecérselo a una amiga, que me ha dado la idea de escribir sobre ello. Gracias, M. :)
Después de varios años documentándome a través de libros relacionados con las AACC, leer blogs, páginas, grupos y foros de altas capacidades, algo de información acumulada tengo al respecto, y aún así, me queda un largo camino que recorrer todavía. Como soy docente, de hecho, me gustaría en un futuro no muy lejano hacer un Máster sobre Altas Capacidades, pues haberlas descubierto han abierto una gran ventana hacia un conocimiento más profundo sobre este tema. 

A día de hoy, una de mis preocupaciones y responsabilidades como madre sigue siendo la de ¿lo estaré haciendo bien?, ¿le estaré dando lo que necesita? pues aunque sabemos que las altas capacidades no caducan, como dice el profesor  Javier Tourón "El talento que no se cultiva, se pierde". Y quizá ésa sea una de nuestras mayores preocupaciones como madres y padres de hijos de altas capacidades.

Así que solo puedo reflexionar y dar mi punto de vista sobre este tema. En primer lugar, considero muy importante, como en la educación de cualquier hijo, sea o no de altas capacidades, ofrecer un desarrollo integral, esto es: un desarrollo cognitivo, social, afectivo y físico, pues así ofreceremos la posibilidad de educar a nuestros hijos para buscar el equilibrio óptimo. Esto no significa que haya que medir cada cosa que hagan nuestros hijos, pero sí, como punto de partida, conocer sus fortalezas y debilidades y no descuidar las unas en beneficio de las otras. Con esto quiero decir que si sabemos de las limitaciones de nuestros hijos, no podemos pretender que hagan cosas que están lejos de su alcance, ni solo fomentar aquello que se le da bien, el equilibrio se encuentra en compensar ambas partes de la balanza, ya que todas las personas tenemos fortalezas y debilidades. Algo así como elaborar en nuestra cabeza un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades) para hacernos una visión de conjunto sobre quién es nuestro hijo. 

Si nuestro hijo es más bien introvertido, no podemos forzarle a ser extrovertido, ya que aunque hay gente que piensa que lo correcto es ser extrovertido, lo cierto es que hay personas más introvertidas y personas más extrovertidas, y es fundamental respetar esta característica de nuestros hijos. No podemos forzarle a que le guste estar con mucha gente, solo porque socialmente parece ser que es lo que "mola". Hace unos años, no paraba de oír por parte de los docentes que trataban con mi hijo, que tenía que socializar más, y yo, ingenua de mí, les creí y les hice caso. Busqué alguna actividad que fomentara este aspecto y procuraba que mi hijo pudiera estar en ciertos ambientes para que se acostumbrara a ello. Por suerte, rectificar es de sabios; y gracias a que me paré a pensar que el colegio es por excelencia una de las principales fuentes de socialización infantil, rectifiqué y me dejé llevar por mi instinto. Fuera del colegio también socializa, pero no puedo pasarme las tardes socializando en la calle, si mi hijo lo que quiere es jugar, construir, crear historias, y tener tiempo también para sí mismo. ¡Si se pasa el día entero en el colegio, con otros niños, de su edad, más mayores, con profesores, etc.!





Por otro lado, esto seguramente nos ronda a muchos padres de forma más o menos recurrente es, ¿si se pasa la tarde jugando, no desaprovechará su potencial? ¡Se va a perder muchas cosas, se le va a pasar el arroz! Nuevamente analicemos esta situación. Los niños son niños, y dada su condición de niños, el contexto en el que más y mejor aprenden es precisamente... JUGANDO. En el colegio, sobre todo cuando empiezan Primaria (y en muchos centros ya en Infantil les martirizan en base a fichas y fichas) ya están muchas horas trabajando contenidos estructurados y dirigidos, donde no hay lugar para pensar, pues su única misión es absorber información y repetir... Sí, en efecto, así es señores, no nos engañemos, por mucho que nos vendan la moto de que los niños construyen su propio aprendizaje, son actores activos del sistema, etc.,  la realidad es que se pasan el día siguiendo las instrucciones de un libro. Es precisamente en muchos momentos del juego no estructurado, donde tienen espacio y tiempo para pensar, para procesar la información, para establecer relaciones entre unos conocimientos adquiridos y una experiencia vivida, por lo tanto, es importante que tengan tiempo libre para ello. Así que, hagámosles un favor a ellos mismos, y no les carguemos con demasiadas extraescolares ni actividades, ni idiomas, etc. Y sobre todo... que si hacen alguna extraescolar, sobre todo cuanto más pequeños con más razón, permitámosles que sean ellos los que elijan lo que les guste y motive. No condicionemos sus experiencias a nuestras propias expectativas y sueños no logrados, o a lo que nosotros creemos que necesitarán en el futuro, porque aunque bien es cierto que necesitarán muchas cosas, lo que más necesitan y solo vivirán una vez es su INFANCIA.

Entiendo que vivamos en el siglo de la preococidad, de la fama, la competitividad y de los talentos televisivos. Pero ante todo dejémosles ser niños. No importa si no aprenden chino con 6 años, no importa si no bailan como los de la tele con 3, el tren del talento no se les va a ir, lo que se les va a ir es su INFANCIA, y creedme, ésta no regresa.

Con esto que estoy contando puede parecer que quiera decir que no hay que hacer nada. En absoluto, no estoy diciendo eso. Como ya he mencionado antes, lo importante es el EQUILIBRIO.

Si a mi hijo le gusta la ciencia, intentaré darle ciencia, si a mi hijo le gustan las matemáticas, le intentaré dar números, si a mi hijo se le da genial el piano pero lo aborrece del verbo aborrecer... NO LE DARÉ EL PIANO.

Y estad tranquilos si no están apuntados a varias actividades extraescolares, porque estamos de suerte. Bueno, nosotros y nuestros hijos. Hay otras mil formas de cultivar el talento. Yo no conozco tantas, pero por algo se empieza. 

1.- La comunicación en el núcleo familiar es muy importante. Hablar, expresar y compartir nuestras inquietudes, nuestras experiencias, dar nuestro punto de vista, y por supuesto escuchar a nuestros hijos. No solo fomentaremos el lenguaje oral, aunque vaya sobrado, sino que ayudaremos a desarrollar el pensamiento crítico. Y forma parte de lo que denomino enseñar a pensar

2.- Planear excursiones, al campo, a la ciudad, a museos, a la montaña, a una fábrica, etc. Ellos serán los que te den pistas sobre sus intereses, y en base a estas experiencias, podréis planificar en el futuro nuevas experiencias. En este tipo de actividades aprenden constantemente, registran nuevas experiencias y sobre todo... ¡disfrutan!... y vosotros también, por supuesto. Una experiencia tiene un poder muy grande, pues siempre va asociada a sentimientos y emociones, y precisamente gracias a las emociones, somos capaces de recordar de mayores cosas que hemos vivido de pequeños. Sin emoción no hay efecto memoria, no hay aprendizaje. 

3.- Compartir una rutina o un juego juntos. Afianzaremos nuestros lazos afectivos, esto aportará a nuestros hijos mayor seguridad, incidirá en su autoestima y en la relación familiar, con lo que la parte emocional juega un papel importante.

4.- Investigar juntos. Típica conversación en la mesa de la cena o antes de dormir, tu hijo te hace una pregunta pero tú estás muy cansado para responder. respira hondo y aprovecha la situación. Investigad juntos sobre lo que te acaba de preguntar, acordad juntos ver un documental o buscar en la enciclopedia información al respecto, proponed nuevas cosas que os gustaría investigar. Desarrollad un proyecto, construid algo al respecto. 

5.- Científicos por un día. En Internet hay muchísima información, y si no os gusta, en las bibliotecas y librerías hay diversidad de libros con experimentos para realizar en familia. El objetivo de hacer un experimento no es hacerlo y ya. Es plantear una hipótesis, reunir los datos, analizarlos, y sobre todo, sacar conclusiones. Esto ayuda a desarrollar el pensamiento divergente.

6.- "A mi hijo ni le gusta investigar, ni le gusta hacer experimentos, ni le gusta hacer nada"... quizá sea éste tu caso. Pero ¿y si le gusta leer? Aprovecha esa afición de tu hijo para despertar en él la curiosidad y las ganas de aprender.

7.- "Es que no tenemos tiempo. Nuestros horarios son complicados". Esto suele suceder demasiado a menudo. Y luego los niños pasan demasiadas horas delante de la tele, tablet o consola. Y no es que no puedan dedicarle tiempo a las nuevas tecnologías, de hecho tienen muchos beneficios, pero como todo, en su justa medida. Pero si ni siquiera nos organizamos para dedicarle "algo" de tiempo a nuestros hijos, es que no vamos por el buen camino. Y calidad no es sinónimo de cantidad. A veces, con muy poco, se logra un muy mucho. ¡Aprovechadlo!

8.- Aprovechad un día de lluvia para salir a la calle y saltar en los charcos, que se manchen la ropa y vivan también experiencias de este tipo. ¿Qué más dará si ese día no has tenido tiempo de hacer la colada o pasar la aspiradora?

Todos los niños tienen talento, en algo, eso está claro, por eso estas propuestas están destinadas a todo tipo de niños. Pero si aprovechamos que con algo tan sencillo se puede lograr tanto, ¿por qué no confiar en que pueda ser posible? Si además queremos y podemos apuntarle a robótica, a una escuela matemática o a un taller de arte, fenomenal. Ah, y que no se nos olvide el deporte, que también hay que cuidar el aspecto físico, ya que el deporte es salud.

Y para que veáis, que a veces es sencillo utilizar cualquier situación cotidiana para cultivar sus mentes, me gustaría compartir con vosotros algunas cosas que hacemos a veces. 

- Planificando y aplicando las matemáticas

A temporadas nos gusta planificarnos las tardes después del cole. Lo único que usamos para ello fue: una cartulina, lápiz, regla y regletas. En vez de hacerlo yo, le dejé a él hacerse su planificador semanal. Para ello había que dividir la cartulina en los 7 días de la semana con 5 columnas que representaban las semanas de un mes. Como yo no le he enseñado a dividir, ni pretendo hacerlo, él solo cogió las regletas y fue probando cuáles encajaban mejor para hacer columnas iguales. Al final había dividido, pues cuando escogió la correcta, determinó que la regleta de 8 centímetros era la que dividía la hoja en 7 partes iguales. Con las columnas lo mismo. Además pudo practicar el uso de la regla y el lápiz para trazar líneas paralelas y perpendiculares. ¿Sencillo,  verdad? Pues ese día aprendió algunos conceptos matemáticos sin libros de texto ni explicaciones. Simplemente haciendo. Y no porque buscáramos aprender eso, sino porque él mismo fue capaz de pensarlo.

- Investigando

A nosotros nos encanta investigar. Y cualquier situación es idónea para hacerlo. Por ejemplo, por Navidades me regalaron un libro de Patchwork para adultos (el típico libro de coloreados con números), sobre personajes célebres. Pues como le ha gustado a mi hijo, también se ha dedicado a colorear. Y mientras lo hace, buscamos vídeos en Youtube sobre ese personaje. El primero fue Einstein. A raíz del mismo llegamos a un cuento para niños sobre Einstein. Ahora tenemos ganas de investigar sobre Beethoven, que como él dice es fan. Tiempo al tiempo. 


Un día preguntándome sobre los detectives, aprovechó la pizarra y se puso a escribir acerca de lo que quería investigar. Fue una investigación corta porque al final no le interesó tanto, pero es un ejemplo más. 



- Juegos de mesa

Por Navidades me han regalado el Cluedo, y lo hemos probado y nos ha encantado. Es la versión de The Big Bang Theory. Pues con este juego también activas tu mente, ya que has de saber qué preguntar, cómo dar pistas falsas, sacar conclusiones, etc. Pero os voy a recomendar algunos más de los que solemos jugar últimamente en casa: 

     *  Piktureka: Este juego requiere agilidad mental, agudeza visual, asociación de conceptos, es super divertido




     * Storycubes: El juego consta únicamente de 9 dados con imágenes en cada uno de los lados. Las combinaciones son prácticamente incontables, y se trata de hilar una historia según lo que te sugiera cada imagen. Con este juego fomentas el desarrollo del lenguaje, aprendes a construir oraciones coherentes no solo a nivel sintáctico sino sobre todo semántico, con sentido e intencionalidad. Fomenta la imaginación y la creatividad




     * Mastermind: Seguramente lo conoceréis. Se trata de averiguar la combinación secreta. Para ello, el oponente ha de ir colocando las fichas de colores, ir descartando, y escogiendo estrategias para acertar la combinación correcta antes de que se te acaben las opciones (tienes 10 intentos). 




     *  Ajedrez
  
- Juego libre, construcciones, experimentos, etc.
No voy a explicar todo lo que hace mi hijo cuando juega, porque juega con múltiples juguetes y materiales, y de hecho para él aburrirse es sinónimo de comenzar una nueva aventura. Pero os dejo unos ejemplos gráficos: 

Un día cogiendo las regletas, las colocó encima del mapa de España y simuló que eran rascacielos y otros edificios. Como podéis observar, las regletas dan mucho de sí, sirven para construir, juego simbólico, crear historias, matemáticas, etc. 



Aquí hicimos el típico experimento del volcán, o en definitiva, cómo reacciona el bicarbonato con el vinagre. Disfrutó pintándolo y haciendo el experimento. Y tras lavarlo ha quedado como nuevo, con lo que podrá en otra ocasión repetir todo el proceso desde cero.






Parece una construcción banal y sin importancia, pero la explicación que me dio sobre su invento me dejó sin palabras. Teóricamente es una especie de embarcación que se sostiene por grandes neumáticos que hacen que flote, no recuerdo cómo dijo que funcionaba, pero a mí no se me habría ocurrido.



La alta sensibilidad

Si hiciera ahora mismo una encuesta sobre qué se entiende por alta sensibilidad, seguramente muchos contestarían que es ser muy sentimental, llorar con las películas, emocionarse, etc. Pero en realidad no es eso. Puedes ser altamente sensible y aún así no llorar con los anuncios de la tele (confieso que yo lo hago).

Gracias precisamente a que yo misma soy altamente sensible, comprendo muy bien a mi hijo altamente sensible. ¿Pero ser altamente sensible o PAS está relacionado con la alta capacidad? Pues sí y no. Sí porque muchas personas de AACC son a su vez PAS y no porque no todas las personas AACC son PAS. Es como la preococidad. Ni todos los precoces son AACC ni todos los AACC han sido precoces.

Comprender y empatizar con una persona altamente sensible (PAS) no es tarea fácil. Y es extraño, porque autores como Elaine Aron sostienen que entre un 15 y un 20% de la población es PAS. Muchos ni siquiera saben que lo son. Pero saber que lo eres te ayuda a conocerte mejor a ti mismo.

Y tampoco se vive del mismo modo ser PAS de adulto que de niño. De niño es mucho más complicado porque hay muchas cosas que aún no has aprendido a gestionar (falta experiencia vital para ello, o lo que es lo mismo, años de vida), porque hay cosas que no comprendes y porque para muchos adultos ser niño debería de ser algo sencillo, o no creen que su mundo interior sea rico, complejo y abstracto.

Ser PAS es un don, o eso dicen, o así debería de ser. Aunque la realidad es que hay que aprender a convivir con el PAS que llevas dentro, o puede llegar a ser una maldición. Lo importante es aceptarte a ti mismo tal y como eres, y aprender a convivir con ello, sacando lo mejor de ti mismo y de tu situación.

Yo soy PAS y me ha costado años aprender a conocerme mejor en este aspecto (en otros aún me queda camino que recorrer), pero hoy por hoy puedo decir que he aprendido a gestionarme de la mejor forma posible.

A mi hijo sin embargo le cuesta. Le cuesta porque todo le abruma. Siente de forma muy intensa, no solo a nivel emocional, sino también a nivel físico. Y no voy a entrar a hablar sobre las sobreexcitabilidades de Dabrowski pues no es mi intención en este blog -al menos de momento- entrar en teorías ni en neurociencia. Por el momento solo pretendo hablar de mi propia experiencia.

Mi hijo percibe el mundo de forma muy intensa. Sus sentidos siempre están muy despiertos y perciben hasta lo más sutil. Un olor agradable o desagradable, una melodía que le inspira ternura o el constante ruido de la gente. Con la comida es bastante "tiquismikis", pues le cuesta probar sabores nuevos y casi siempre lo rechaza de buenas a primeras. Una manía que tiene, por ejemplo, es olerse las manos constantemente cada vez que toca algo.

Pero no solo sus sentidos están a flor de piel. También es muy intuitivo y percibe mucho el lenguaje no verbal de las personas. Una mirada, un tono de voz, una postura... pueden desencadenar en él confianza o miedo, aceptación o rechazo. En Infantil tenía un compañero que no olía bien y procuraba evitarle. Una vez vino a casa una amiga suya a la que le olían los pies y le prohibió que se quitara los zapatos. No le decía el por qué (por suerte), pero luego me lo confesaba. Pero no siempre es así. A veces, un mal olor, una mirada poco amigable o una persona con un tono de voz elevado le transforman, y en vez de gestionarlo, aceptándolo o aislándose, acaban frustrándole, enfadándole o desencadenando un conflicto incluso mayor. La experiencia y la edad espero que le ayuden a gestionar todo esto en el tiempo.

Ser altamente sensible tiene sus ventajas y sus inconvenientes. A él de momento le han traído muchos problemas. Sobre todo con el sentido de la justicia, la justicia que él vive, por supuesto. Así, puede sentirse decepcionado, enfadado y molesto con su mejor amiga (desde los 3 años, son uña y carne), porque su hermana mayor le lleva la mochila, ya que le parece injusto que su amiga no la lleve y sea su hermana quien tenga que hacerlo. O empuja a una compañera de clase porque ha interrumpido a otra mientras hablaba -algo que le parece muy injusto- o se enfada con el profesor porque solo le castigan a él por hablar mientras que su compañero se ha ido de rositas a pesar de haber estado hablando también.. Es que además es muy ingenuo y tiene poca picardía. Y es que aún tiene que aprender a solucionar los conflictos mediante el lenguaje. El problema es que está muy mal visto el ser "chivato", y eso que yo le digo que es "informador", y que eso no es malo aunque los compañeros lo acusen. Porque tampoco ha aprendido aún a decirle a un compañero algo que le ha parecido mal o injusto, al menos en muchas situaciones que se dan de forma cotidiana. Lo que sucede es que acaba frustrándose por no ser capaz de enfrentarse a la situación. Seguimos trabajando en ello.






Precisamente por su alta sensibilidad, hasta el pasado verano, había ciertos programas o películas que creía que no era conveniente que viera. De hecho, hasta el año pasado le daban miedo las películas Disney, pues siempre había un malo, y no quería verlas, le asustaban. Y no es que quisiera sobreprotegerle, pero me daba mucha pena verle sufrir y llorar porque no entendía que hubiera tanta maldad en el mundo, tantas guerras y gente mala. Y eso que nunca había visto las noticias (yo no las veo porque sufro mucho viéndolas, prefiero leer la prensa). Pero los niños hablan y comentan y hablan de pistolas y de muerte tan a la ligera y no comprende que sus amigos hablen así sin sentir lo que él siente. Porque para él la muerte es el fin, es un "se acabó por siempre". Porque después de la muerte no hay nada, entonces, ¿por qué hay gente que se dedica a arrebatarle la vida a otros? No lo entiende.

El año pasado, en P5, estaban haciendo un proyecto sobre el universo. Y una compañera trajo un cuento sobre la perra Laika, y el cuento acababa en que Laika se convirtió en estrella. Durante una semana, mi hijo al irse a dormir, empezaba a llorar y a llorar. Así se tiraba una hora. Y yo sin entender qué le sucedía. Hasta que empezó a explicarme un poco. No entendía cómo Laika se había convertido en estrella, si era un perro y los perros se mueren, y solo quedan los huesos. Creo que antes ya dije que era bastante ingenuo, y es que aunque sepa distinguir muy bien realidad de ficción, cree demasiado en la verdad, y en lo que cuentan las personas, aunque sea a través de un cuento narrado por su profesora. Durante una semana intentó encontrar una explicación a esa afirmación que le habían hecho. Cada mañana al salir de casa, miraba al cielo hasta que un día me dijo: "Mamá, ya sé qué ha pasado. Laika no se convirtió en estrella y eso que vemos no es Júpiter, es el cohete de Laika que sigue dando vueltas alrededor de la tierra". Y tras ese descubrimiento cesaron los lloros antes de irse a dormir. Pasaron 4 ó 5 meses y un día me suelta. "Mamá, ya sé lo que ha pasado. Laika sí que se convirtió en estrella. El cohete en el que viajaba explotó y se convirtió en estrella, ya que una estrella se forma a partir de una explosión". Ahora ya no sé lo que piensa al respecto, solo sé que echa mucho de menos a Laika y que ya no quiere ir al espacio. Antes quería ser astronauta y astrofísico.

Cuando él tenía 4 años se murió nuestra perra, y muchas veces se acordaba de ella y se ponía a llorar. Decía que la echaba de menos. Durante año y medio ha intentado superar el duelo, y gracias a una de las sesiones con el psicopedagogo, acabó superándolo.

Pero no todo lo que rodea su sensibilidad es triste o negativo. Primero que la tristeza no es buena o mala, es un sentimiento, y como tal existe y no se puede pretender ocultar o negar. Siempre digo que lo importante es que les acompañemos, validemos sus sentimientos, aunque no sean los esperados.


Cuando pongo música (sobre todo si pongo música clásica que nos encanta a todos en casa), me invita a venir a charlar al salón. Y sino, va él solo y se sienta en el sofá, y simplemente se deja llevar. Le encanta. Pero también me encanta verle disfrutar de la belleza que nos ofrece la naturaleza, aunque sea un paisaje urbano. Cuando salimos a la calle es capaz de pararse a observar una flor, olerla, y disfrutarla. Cuando vamos de viaje siempre admira todo lo que le rodea. Todo le parece precioso. Y eso, queridos lectores, es algo maravilloso.

Cuando de repente me mira a los ojos y me dice: "Qué guapa estás hoy", no es algo que dice de forma banal, sino todo lo contrario. Ese día seguramente haya notado un brillo especial en mis ojos, o una mirada que le ha cautivado, porque luego me miro al espejo y solo veo ojeras.

Pero sin duda, lo que más ternura me produce desde siempre es su sentido empático. Yo considero que aún le falta mucho para aprender lo que es la empatía, pues su mundo sigue siendo bastante egocéntrico, pero si me ve triste, en seguida viene a consolarme, o si ve a alguien contento, en seguida se deja contagiar. Si necesito ayuda, no tengo que pedírsela, pues se da cuenta y me pregunta cómo puede ayudarme. Cuando sale a la calle, siempre tiene un "buenos días" preparado para todo aquel con el que se cruza, y ayer comprando en el supermercado, estábamos en la cinta para pagar ya, y detrás de nosotros había un señor con dos roscones que abultaban bastante. Hizo sitio en la cinta y le dijo al buen hombre si quería dejar la compra, que parecía que pesaba mucho. El resto de clientes y la cajera se quedaron sorprendidos. Pero seguramente se llevaron un buen recuerdo de la cola de ayer.

Quizá todo esto que cuento no explica demasiado bien lo que es la alta sensibilidad, pero así es como la vivimos nosotros. Con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas.

¿Es mejor decirlo u ocultarlo?

En este aspecto, hay diversidad de opiniones, así que solo puedo aportar la mía. Yo creo en la normalización de la situación. Es decir, vivir las altas capacidades como cualquier otra situación que puede darse en el ámbito familiar. Es un aspecto más, y creo que la tendencia debiera de ser normalizar dicha situación. Con normalizar me refiero a que no se debe ocultar, pero tampoco ir promocionándolo por doquier, así como tampoco uno va soltando a los cuatro vientos que su hijo es rubio, juega al fútbol o tiene TDAH. Si me preguntan, respondo, si la situación lo requiere, respondo, y así sucesivamente.
En la familia no lo saben todos, de hecho, la mayoría no sabe nada, pero no porque queramos ocultarlo, sino porque de momento no sentimos la necesidad de contárselo a todos porque no se han producido situaciones que requieran saberlo. Aunque se percibe que el niño es peculiar, mientras exista respeto y no interfiera en las relaciones familiares y sociales, no hemos sentido necesidad de contarlo. 

Diferente ha sido en el ámbito escolar. Evidentemente los profesores ya lo saben, aunque precisamente de momento son los que menos hacen, tiempo al tiempo. Hemos tenido algunos conflictos con algunos compañeros y padres, y a algunos con los que tenemos confianza sí que se lo hemos contado. Pero simplemente porque buscábamos comprensión y no rechazo ante lo desconocido. De hecho, en el cole, la mayoría de padres tiene una percepción de mi hijo que nada tiene que ver con la realidad, y algunos lo han etiquetado de rebelde o movido, otros de TDAH, otros sencillamente inquieto. Personalmente me gustaría que no hubiera etiquetas, ya que cada niño es como es y como tal hay que respetarlo. Pero lamentablemente hoy en día, hay familias que intervienen en las relaciones de sus hijos con otros niños, hacen comentarios al respecto, y eso ayudar no ayuda precisamente. Las etiquetas son necesarias, bajo mi punto de vista, para darle un nombre a ese algo y para que en base a eso mismo, a nivel intervención educativa, se actúe, es decir, se produzca una verdadera inclusión.

En mi círculo de amistades es donde más abiertamente he hablado del tema, pero por una sencilla razón: desahogo y comprensión. Porque las cosas como son, en este mundillo lo normal es intentar pasar desapercibido, no puedes hablar así como así con otros padres de situaciones cotidianas, de tus inquietudes o miedos, porque el desconocimiento es tan grande y los mitos y prejuicios tan grandes, que resulta complicado encontrar esa complicidad que a veces necesitas. 

Y no, no pretendo achacar ni mucho menos toda la problemática a su condición de AACC, pero la realidad es que muchas cosas que le suceden a mi hijo tienen que ver en mayor o menor medida con las AACC, ya que ha nacido con ello, y las AACC intervienen en su personalidad, en su forma de aprender, de relacionarse con los demás, en su forma de comprender el mundo que le rodea. 

Alguna vez me han preguntado directamente si mi hijo era de altas capacidades. Tiene sus excentridades y a veces se nota. Otras muchas veces no, desde luego. Es un niño, como otro cualquiera.  Pero hay algo que he cambiado en este tiempo. Al principio intentaba ocultar ciertas cosas. Por ejemplo, cuando con 3 ó 4 años llevaba un dibujo al cole me daba cuenta de que algunos padres hacían comentarios al respecto. Y es que no nos engañemos, hoy en día la competitividad entre padres por sus hijos es demasiado alta. Al principio, mi hijo llegaba a la puerta de clase con un dibujo en la mano para su profe, e ilusionado quería dárselo. Acabé pidiéndole que lo guardara en la mochila y se lo diera solo dentro de clase. Otra típica situación se daba cuando el resto de compañeros aprendía a leer y escribir, y se formaba el típico corrillo de madres hablando de lo bien que leían o escribían sus hijos, y yo siempre callada. Sus hijos probablemente con dos años no se dedicaban a "estudiar" diccionarios ni escribían la lista de la compra con 3. Ahora ya si mi hijo tiene ciertos intereses no los voy ocultando, si surge el tema, lo comento, pero nada más.




Mientras evaluaban a mi hijo, también recibí ciertas insinuaciones y comentarios, y la típica respuesta que escuchaba una y otra vez era: "ojalá no lo sea", "suelen tener muchos problemas", "es mejor que sea normal", "son niños difíciles". Y yo contestaba que no es malo que un niño sea de altas capacidades. Es más, después de psicólogos, psiquiatras, terapia, problemas de conducta en el cole, etc. lo que realmente quería era una respuesta. Y mejor una de este tipo a seguir buscándola en otros sitios, y esperando veredictos del tipo: trastorno negativista desafiante, TDAH (lo habíamos descartado tanto en el cole como en casa desde el principio), Asperger (yo sospechaba y también quedó descartado de entrada), etc. Porque la realidad es que mi hijo ya tenía problemas sobre todo en el colegio, y saber que el origen es ése ayuda a saber qué pasos tomar en el futuro para evitar males mayores, posible fracaso escolar (permitidme un dato, aunque no cite la fuente, hay estudios que han demostrado que entre un 50 y un 60% de los alumnos de AACC tiene fracaso escolar y un 70% presenta rendimiento por debajo de sus posibilidades), problemas sociales, etc. 

¿Qué entiendo, por lo tanto, con normalización? Pues es más sencillo de lo que parece. Si es normal fomentar el talento futbolístico de un niño sin necesidad de ocultarlo o esperar a que sea mayor por si no fuera tan bueno, tan normal es fomentar las ganas de aprender, de investigar y de cultivar la mente para muchos de estos niños, sin tener que verlo como un tema tabú.

Y por último, mi hijo sabe que tiene altas capacidades. Obviamente se lo hemos explicado de forma que lo pueda entender y gestionar, porque también él necesita conocerse mejor y entender por qué tiene intereses distintos a los de sus amigos, o por qué los demás tardan más tiempo en aprender lo que él ya sabe o aprende si esfuerzo. Porque en ese aspecto es diferente, al igual que él sabe que tiene compañeros que son buenos bailarines o jugadores de fútbol.

¡Los niños de altas capacidades no son superhéroes!

Debido a la cantidad de mitos y estereotipos que se han creado a lo largo de los años sobre las personas de alta capacidad, el desconocimiento y la desinformación generalizada, hace que tanto otros padres o adultos como docentes se piensen que estos niños tengan que parecer de otro planeta para ser de altas capacidades. La realidad es que no es así en absoluto. Y si no que se lo digan a las estadísticas de niños detectados. De hecho, la mayoría no están detectados, ya que pasan totalmente desapercibidos, y cuando no lo hacen en cierto modo, se suele escuchar por parte de algunos docentes que estos niños son así porque sus padres los han sobreestimulado. Otras muchas veces, es la propia familia la que lo ve todo normal porque ellos mismos son de altas capacidades, y no les sorprenden ciertas cosas.

No, no es así, por mucho que estimules a tu hijo, si no tiene altas capacidades, no aprenderá lo que pretendes que aprenda, ni adquirirá ciertas habilidades solo porque lo hayas estimulado. Claro que pueden adquirir más conocimientos, pero la estimulación como tal no desarrolla un razonamiento superior, ni una memoria superior, ni una capacidad verbal superior.

Pero es que además un niño de altas capacidades no es un niño prodigio, ni un genio, aunque seguramente haya niños prodigio o genios que sí son de altas capacidades. Un niño de altas capacidades no va a hacer raíces cuadradas con 3 años o escribir teorías físicas con 4. Y lamentablemente las películas y series que aparecen en la tele no suelen ayudar a desmontar estos mitos. Aún no conozco ninguna película que relate cómo es un niño de altas capacidades que no sea prodigio o genio.

Un niño de altas capacidades puede ser precoz, o no. Puede tener talento musical, o no. Puede tener talento matemático, o no. Puede saber dibujar muy bien o no. Puede ser muy creativo y no saber dibujar. Los niños de altas capacidades aprenden de forma diferente, de hecho muchos de ellos, al ser muy visoespaciales, en vez de aprender de forma secuenciual, lo hacen de forma holística. Son niños que a lo mejor no son capaces de realizar tareas sencillas pero sí tareas más complejas. Son niños que aprenden más rápidamente que los demás. Tienen una personalidad, que si bien no es cerrada ni única ni exclusiva, sí que suele englobar ciertas características compartidas, como perfeccionismo, gran curiosidad, desarrollo del lenguaje avanzado para su edad, baja tolerancia a la frustración, preocupación por temas que no corresponden por edad, gran sentido de la justicia, persistencia en la tarea cuando algo les motiva, etc. Influyen muchos factores, pero definitivamente no son superhéroes. Son niños normales y corrientes que procesan la información de forma diferente, que pueden tener muy buena memoria (no siempre es así), y que al aprender las cosas sin necesidad de muchas repeticiones, aprenden las cosas más rápidamente, son capaces de establecer asociaciones entre diferentes cosas a edades muy tempranas, desarrollan el pensamiento abstracto antes de lo que les corresponde por edad, pero no escriben fórmulas matemáticas con 5 años ni tocan El Claro de Luna la primera vez que ven un piano.

Son niños, que al igual que el resto, necesitan amor, comprensión, límites y normas. Y por supuesto no son buenos en absolutamente todo. La perfección no existe y al igual que el resto de personas, tienen sus fortalezas y sus debilidades.

Son niños que como tal quieren jugar, relacionarse, ver la tele, ensuciarse en el parque, etc. 

Mi hijo no quiere ir al colegio

Cada familia vive circunstancias diferentes, tiene experiencias diferentes, y por eso no se puede generalizar acerca de cómo los niños de Altas Capacidades viven el colegio. Yo solo puedo hablar de mi experiencia. Y así haré. También me gustaría que se entendiera que hay tantos perfiles de niños de AACC como niños con AACC hay, pues cada niño es único y diferente. Aunque desde luego sería muy osado por mi parte decir que no comparten similitudes, pero cada niño vive su propia experiencia, tiene su propia personalidad y su propio carácter, que lo diferencian de los demás, y hace que afronte situaciones similares de diferente manera. 

El cómo mi hijo vive el colegio lo resume un dibujo que hizo hace un par de semanas. Se me parte el alma de verlo sufrir así, y ojalá pronto pueda cambiar su visión y su percepción sobre el colegio.

Ha dibujado una cárcel, a sí mismo esposado y su cara de enfado, rabia e impotencia lo dice todo. Empieza escribiendo con letra muy grande, supongo que la frustración que sentía, hacía florecer ese enfado. 

La impotencia que sientes como madre de ver a tu hijo sufrir así todas las mañanas de lunes a viernes y no saber cómo ayudarlo. Su motivación ha caído en picado. 1º de Primaria se ha convertido en un auténtico calvario para él, pues él siente que no va al cole a aprender, sino a estar sentado durante 5 horas repitiendo una y otra vez lo mismo. No supone ningún reto para él. A principios de curso me decía que por qué tenía que ir al colegio a estar con sus amigos. Hasta sus amigos dentro del cole suponen una obligación para él. 

He de decir que el cambio de etapa ha ido a mejor, porque en Infantil, sus enfados y su frustración eran diarios. El trabajo individual, más silencio en las clases, le ha ayudado a estar un poco más sereno y tranquilo. Pero siempre me lo dice: "Mamá, en el colegio no puedo estar tranquilo, los profesores gritan, hay muchos niños, hacen mucho ruido y no me dejan estar tranquilo". 

Antes, su curiosidad y sus ansias por aprender eran inagotables. Era mucho más perseverante, se esforzaba mucho más y disfrutaba más con las cosas. Ahora, cuando llega a casa no quiere saber nada del mundo, se va a su cuarto y juega. Siempre ha tenido gran necesidad de jugar, de desconectar, de estar en su mundo, de reconciliarse consigo mismo. Pero ahora esto se ha acentuado. No quiere ir a extraescolares, porque lo único que quiere y lo que más necesita es jugar, y sobre todo DESCONECTAR. Porque sabe que al día siguiente le toca volver al colegio, y necesita reponer fuerzas para ello. 

En casa me toca motivarle, darle todo aquello que el colegio no es capaz de ofrecerle. Y aunque esto puede parecer algo positivo, tiene sus dos vertientes. Por un lado, en casa le doy aquello que necesita y me pide, además de su espacio y el tiempo para sí mismo. Pero por el otro lado, él se da cuenta que en casa tiene todo aquello que añora del colegio y todo aquello que el resto de compañeros sí tiene en el colegio. Ilusión. 

Entonces él se pregunta, ¿para qué voy al colegio? ¿por qué tengo que pasar por esto?

Y muchos diréis, es su obligación ir al colegio como la nuestra, como padres, ir a trabajar. Eso lo entiende, lo que no entiende es la injusticia de pasarlo tan mal en un sitio que para él es hostil. Porque nos ve a los demás que no sentimos lo que él siente estando en el colegio, ni sus compañeros, ni profesores, ni el resto de adultos cuando van al trabajo. Al menos trabajamos a cambio de dinero. Los niños han de ir al colegio sí o sí, les guste o no. 

De hecho, ahora que en Primaria existen los partes (ya tiene 1 ó 2, el segundo no sé si al final se lo pusieron porque no firmamos nada), ya se lo ha dejado clarito al jefe de estudios. "¡Qué tengo que hacer para que me pongáis el tercer parte y echarme así del colegio!".

Por otro lado, el desconocimiento sobre las AACC por parte de los profesores es tremendo. Hay demasiados mitos y prejuicios, que no ayudan tampoco. Si hasta me recomendaron que hiciera Homeschooling. Y yo me pregunto, ¿y quién me paga el sueldo? ¿Los profesores que no atienden a mi hijo? 

Siempre escucho la misma frase. "Como va sobrado...". Mientras que otros niños que sin tener ningún diagnóstico de nada, de no presentar necesidades educativas ni tener informes requiriéndolo así de ningún tipo sí que son atendidos en determinados momentos, si tienen alguna necesidad puntual. Y por supuesto que me alegro por ellos, pues así debería de ser. Atención individualizada. Pero para todos. Si al resto les dan refuerzo para que no se queden atrás, ¿tanto cuesta atender a los niños de AACC que asimismo presentan necesidad específica de apoyo educativo? Claro que estar al este de la campana de Gauss supone no atender, porque como van sobrados... Y así poco a poco, van perdiendo el interés por aprender, pierden motivación y la confianza en el sistema educativo, pues no hace nada por ellos. Y cuando ya por fin estan tan hundidos que empiezan a suspender, entonces te dicen los profesores que "¿ves que no era de AACC?", "pero si suspende no puede ser tan listo", y más lindezas del estilo, que aunque no las haya experimentado aún y espero no tener que hacerlo, sí conozco gente que ha pasado por ello. 

Pero sobre todo te dicen: "No le enseñes nada que luego te quejas de que se aburre". Pero a ver señores, que yo no le enseño nada, él pide y pide, y si no se lo doy se busca la vida.

Aún recuerdo cuando empezó P4, y ya sabía leer y escribir, que quería aprender a escribir en cursiva (las minúsculas que se enseñan en el cole). Tuve tutoría al inicio del curso y su tutora me dijo que por favor no se lo enseñara, que sino cuando empezaran a tocarlo se iba a aburrir y que además podría aprender la direccionalidad mal. En ese momento le hice caso, pues intenté quitarle la idea de la cabeza a mi hijo. Pero al final se las ingenió él solo para aprenderlo por su cuenta. En cuanto aprendió, lo dejó y pasó a otro tema. 

Dos años después, en la tutoría que tuve en septiembre con su nueva tutora de 1º, ésta me dijo que si yo le había enseñado a escribir en cursiva (en nuestro cole en Iinfantil solo se enseña letra de palo -mayúsculas- en Infantil. Le dije que no, y su respuesta fue: es que su direccionalidad es perfecta, sus compañeros están muy lejos aún. 

Cuando estaba en P3, su mundo eran las letras y los números. No se aburría pues no tenía tiempo para ello. Así fue cómo se obcecó con la lectoescritura. Pero un año después, cuando los problemas en el colegio empezaron a crecer, también fue cuando empezamos a escuchar por primera vez que no quería ir al colegio, que se aburría, y que no haría nada hasta que el resto de sus compañeros aprendieran lo que él ya sabía. Por suerte se escudó en el dibujo, y dibujaba y dibujaba y dibujaba. Investigaba sobre el universo, el origen del ser humano, la muerte, el funcionamiento del cuerpo humano, y descubrió los Lego. Ya en P5 las cosas volvieron a tornarse un tanto más oscuras, pues ese brillo en sus ojos tendía a desaparecer, intentaba encajar con sus compañeros, jugaba a los cromos con ellos aunque no le gustaban e intentaba adaptarse al medio. 

Pero a costa de su esencia. Y me diréis, pero es que tienen que aprender a socializar, y eso es algo bueno. Y yo os digo, tenéis razón. Pero siempre ha de haber un equilibrio. Y es que él prefiere estar con niños más mayores, o con adultos. Y sus iguales para un rato está bien, pero no para dirigir toda su vida y todos sus intereses. Y ya sabe que si en el cole se junta con niños más mayores, que entonces los de su clase le hacen el vacío o le rechazan (eso lo dice él, puede que sea verdad o puede que no, pero como es su percepción, es su verdad). Y por suerte, a pesar de haber sido el payaso de la clase durante todo Infantil, es querido por sus compañeros, que saben cómo es, y lo aceptan. Eso sí que se lo debo de agradecer a sus maestras de Infantil. En Primaria han mezclado las clases, así que le ha tocado (como al resto, obviamente), aprender a conocer a sus compañeros nuevos, a que ellos le conozcan y le acepten, y viceversa, of course. 

Pero en Primaria hay demasiados libros de texto, demasiados profesores y demasiada prisa por avanzar en los libros, con lo que tiempo para que alumnos y profesores se conozcan no hay demasiado. Y eso mi hijo lo acusa demasiado. Él necesita conectar con el profesor, necesita crear un vínculo entre él y el profesor, necesita sentirse respetado y comprendido por el profesor, para él corresponderle. Y la culpa es suya, de su sensibilidad, pues es él quien ha de acostumbrarse al mundo, y no al revés. Y precisamente de SENSIBILIDAD hablaré en el próximo post.