viernes, 27 de enero de 2017

El duelo de la vida: De la negación a la aceptación (Parte 2 de 2)

 A pesar de acusarme de meterle al niño en la cabeza que el cole es aburrido y que no aprende nada, yo que llevo meses intentando motivarle en casa, haciendo una fiesta cada vez que le arranco una frase positiva relacionada con el aprendizaje en el cole, como que ha aprendido una palabra nueva, etc., de repetirle hasta la saciedad que su obligación es ir al cole como la de los adultos es ir a trabajar, y que es algo que ha de hacer, y que ha de ir de la mejor forma posible, porque es un trámite diario ineludible, me he dado cuenta de que todo este tiempo lo he estado haciendo mal. No se pueden montar fiestas porque el niño aprenda que "extremidades" son "limbs", pues eso no es lo suficientemente motivante para aguantar 5 horas diarias en el colegio. Ni de nada sirve que observe al resto de compañeros, y que se dé cuenta que el resto de compañeros sí van contentos al colegio, porque eso no le hace cambiar de parecer, pues no hace más que reforzar que el problema lo tiene él. Algo malo debe haber dentro de él para no disfrutar yendo al colegio, ni repitiendo una y otra vez las mismas sumas, las mismas restas, etc. 

Y hoy por fin me he dado cuenta que lo que necesita aprender cuando vaya a terapia es a aceptar que el colegio para él es una mierda. Y es hoy cuando me he dado cuenta, que en realidad lo que necesita es superar un duelo. Aunque no sea una pérdida propiamente dicha, es un aceptar que es él quien se ha de adaptar al mundo y no al revés. Porque la tierra seguirá girando aunque él sufra, aunque le molesten los ruidos y las voces elevadas de los profesores, y los libros aburridos del colegio. 

En silencio ha pasado por la fase de negación, de negociación con la realidad y por la depresión. Ha intentado buscar estrategias para sobrellevar de la mejor forma posible vivir en esa cárcel que para él es el cole. Se ha empezado a evadir, a entretenerse en clase con sus amigos imaginarios o a desarrollar proyectos para mejorar el mundo. Pero tampoco ha sido suficiente, y además también ha sido recriminado por ello. 

Ahora está en la fase de ira, y lejos de convertirse en el paso previo a la aceptación, se ha convertido en su peor enemigo, pues le ha llevado a la autodestrucción. Cada mañana, desde hace 3 semanas, se levanta con ansiedad, nervios, tensión, irascibilidad, susceptibilidad. Apenas necesita detonante para estallar. Y lo peor de todo es que en casa está bien, en la calle está bien, haciendo otras actividades está bien. Solo le pasa cuando tiene que ir al cole. Aún así, nadie me ha escuchado, han intentado buscar el problema fuera del cole, han intentado hacerme creer que tiene otros problemas, pues el aburrimiento y su sensibilidad no son motivos suficientes para esas reacciones tan desproporcionadas. A pesar de que en textos de psicología, uno de los síntomas de la ansiedad es precisamente ese exceso de agresividad. 

La semana que viene tengo por fin la cita con el inspector, en el nuevo cole ya nos han confirmado que no hay problema, en su cole ya por fin respetan nuestra decisión. Seguramente no se solucionarán sus problemas solo por cambiar de cole, pues tiene muchos fantasmas contra los que aún tiene que luchar, aún le quedan traumas por superar. Ojalá la burocracia no haga de las suyas y acepte sin más nuestras motivaciones. 

Toca empezar de cero, y nos va a costar a todos. Son muchos cambios de golpe, y la terapia no la podemos dejar. Pero hoy he entendido que necesita un nuevo enfoque: buscar la aceptación. Y para encontrarla, necesita entender y aceptar que aunque en muchos momentos el cole no será su lugar preferido, ha de aceptarlo porque sí, porque no se puede evitar. Tendrá que seguir aguantando durante muchos años más 5 horas diarias como mínimo en un pupitre, pero si aprende a aceptar que solo suponen 5 horas de las 24 que tiene el día durante 5 días de 7 que tiene la semana, durante 9 meses de 12 que tiene el año, entonces quizá y solo quizá aprenderá a gestionar esa frustración y ese sufrimiento que le impide tener el autocontrol necesario para acudir cada día al colegio, y sobrellevarlo de la mejor manera posible, sin cuestionarlo absolutamente todo, pues muchos ya sabéis que estos niños son insaciables, necesitan una respuesta para todo, necesitan comprenderlo todo, y muchas veces les cuesta aceptar una respuesta porque sí. Pero es que en esta vida, muchas veces debemos de aceptar las cosas como son, sin cuestionarnos nada, aceptar las normas porque son las normas. Es así,ya que somos seres sociales que convivimos en una sociedad, la cual  nos obliga precisamente a cumplir con reglas cada día. 

Y me entristece enormemente pensar así, pues no es mi intención ser derrotista. El colegio debería de ser un lugar motivador, donde se cultive la curiosidad y el afán por aprender. Pero o cambiamos de táctica, o la autodestrucción se hará cada vez más grande, y las soluciones cada vez más efímeras.

El mundo será un lugar mejor para todos cuando se tolere la diversidad y se respeten las diferencias de verdad; mientras tanto, es la diversidad la que debe de encajar en este mundo.


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