En este aspecto, hay diversidad de
opiniones, así que solo puedo aportar la mía. Yo creo en la
normalización de la situación. Es decir, vivir las altas capacidades
como cualquier otra situación que puede darse en el ámbito familiar. Es
un aspecto más, y creo que la tendencia debiera de ser normalizar dicha
situación. Con normalizar me refiero a que no se debe ocultar, pero
tampoco ir promocionándolo por doquier, así como tampoco uno va soltando
a los cuatro vientos que su hijo es rubio, juega al fútbol o tiene
TDAH. Si me preguntan, respondo, si la situación lo requiere, respondo, y
así sucesivamente.
En la
familia no lo saben todos, de hecho, la mayoría no sabe nada, pero no
porque queramos ocultarlo, sino porque de momento no sentimos la necesidad
de contárselo a todos porque no se han producido situaciones que requieran saberlo. Aunque se percibe que el niño es
peculiar, mientras exista respeto y no interfiera en las relaciones
familiares y sociales, no hemos sentido necesidad de contarlo.
Diferente
ha sido en el ámbito escolar. Evidentemente los profesores ya lo saben,
aunque precisamente de momento son los que menos hacen, tiempo al
tiempo. Hemos tenido algunos conflictos con algunos compañeros y padres,
y a algunos con los que tenemos confianza sí que se lo hemos contado.
Pero simplemente porque buscábamos comprensión y no rechazo ante lo
desconocido. De hecho, en el cole, la mayoría de padres tiene una
percepción de mi hijo que nada tiene que ver con la realidad, y algunos
lo han etiquetado de rebelde o movido, otros de TDAH, otros
sencillamente inquieto. Personalmente me gustaría que no hubiera
etiquetas, ya que cada niño es como es y como tal hay que respetarlo.
Pero lamentablemente hoy en día, hay familias que intervienen en las
relaciones de sus hijos con otros niños, hacen comentarios al respecto, y
eso ayudar no ayuda precisamente. Las etiquetas son necesarias, bajo mi punto de vista, para darle un nombre a ese algo y para que en base a eso mismo, a nivel intervención educativa, se actúe, es decir, se produzca una verdadera inclusión.
En
mi círculo de amistades es donde más abiertamente he hablado del tema,
pero por una sencilla razón: desahogo y comprensión. Porque las cosas
como son, en este mundillo lo normal es intentar pasar desapercibido, no
puedes hablar así como así con otros padres de situaciones cotidianas,
de tus inquietudes o miedos, porque el desconocimiento es tan grande y
los mitos y prejuicios tan grandes, que resulta complicado encontrar esa
complicidad que a veces necesitas.
Y
no, no pretendo achacar ni mucho menos toda la problemática a su
condición de AACC, pero la realidad es que muchas cosas que le suceden a
mi hijo tienen que ver en mayor o menor medida con las AACC, ya que ha
nacido con ello, y las AACC intervienen en su personalidad, en su forma
de aprender, de relacionarse con los demás, en su forma de comprender el
mundo que le rodea.
Alguna vez
me han preguntado directamente si mi hijo era de altas capacidades.
Tiene sus excentridades y a veces se nota. Otras muchas veces no, desde
luego. Es un niño, como otro cualquiera. Pero hay algo que he cambiado en este tiempo. Al
principio intentaba ocultar ciertas cosas. Por ejemplo, cuando con 3 ó 4
años llevaba un dibujo al cole me daba cuenta de que algunos padres
hacían comentarios al respecto. Y es que no nos engañemos, hoy en día la
competitividad entre padres por sus hijos es demasiado alta. Al
principio, mi hijo llegaba a la puerta de clase con un dibujo en la mano
para su profe, e ilusionado quería dárselo. Acabé pidiéndole que lo
guardara en la mochila y se lo diera solo dentro de clase. Otra típica
situación se daba cuando el resto de compañeros aprendía a leer y
escribir, y se formaba el típico corrillo de madres hablando de lo bien
que leían o escribían sus hijos, y yo siempre callada. Sus hijos
probablemente con dos años no se dedicaban a "estudiar" diccionarios ni
escribían la lista de la compra con 3. Ahora ya si mi hijo tiene ciertos
intereses no los voy ocultando, si surge el tema, lo comento, pero nada
más.
Mientras
evaluaban a mi hijo, también recibí ciertas insinuaciones y
comentarios, y la típica respuesta que escuchaba una y otra vez era:
"ojalá no lo sea", "suelen tener muchos problemas", "es mejor que sea
normal", "son niños difíciles". Y yo contestaba que no es malo que un
niño sea de altas capacidades. Es más, después de psicólogos,
psiquiatras, terapia, problemas de conducta en el cole, etc. lo que
realmente quería era una respuesta. Y mejor una de este tipo a seguir
buscándola en otros sitios, y esperando veredictos del tipo: trastorno
negativista desafiante, TDAH (lo habíamos descartado tanto en el cole
como en casa desde el principio), Asperger (yo sospechaba y también
quedó descartado de entrada), etc. Porque la realidad es que mi hijo ya
tenía problemas sobre todo en el colegio, y saber que el origen es ése
ayuda a saber qué pasos tomar en el futuro para evitar males mayores,
posible fracaso escolar (permitidme un dato, aunque no cite la fuente,
hay estudios que han demostrado que entre un 50 y un 60% de los alumnos
de AACC tiene fracaso escolar y un 70% presenta rendimiento por debajo
de sus posibilidades), problemas sociales, etc.
¿Qué
entiendo, por lo tanto, con normalización? Pues es más sencillo de lo
que parece. Si es normal fomentar el talento futbolístico de un niño sin
necesidad de ocultarlo o esperar a que sea mayor por si no fuera tan
bueno, tan normal es fomentar las ganas de aprender, de investigar y de
cultivar la mente para muchos de estos niños, sin tener que verlo como
un tema tabú.
Hola, me ha gustado leer tu experiencia. Me he sentido muy identificada prácticamente en todo. A mi hija la diagnosticaron hace 2 años, con tan sólo 6. Antes, con 2 años, ya una neuropediatra aseguró (no por escrito claro) que tenía Aacc, en esa época pensábamos en Asperger o autismo, finalmente no. Los problemas los tenemos en la escuela. La psicóloga especialista en esto recomienda aceleración y la escuela no lo ve. Lo último: debía hacerle pruebas de Tdah ya que mi hija no aprovechaba lo que hacían por ella en clase. Negativa. Ahora qué? En el transcurso de este tiempo me he dado cuenta de que sólo pueden entenderte los más íntimos, el resto acaba enseñando la patita. Los padres compiten y son celosos de sus hijos y sus capacidades. No toleran que otro niño despunte intelectualmente ni lo perdonan, y como desconocen de qué va realmente, envidian. No sé si es mejor o peor contarlo. A veces la gente sólo tiene sed de saber. Me centro en mi hija y en sus necesidades y paso de los padres del cole. Si la invitan a cumples bien y sino también. Lo importante es ella, que sea feliz.
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